La diplomacia internacional está tratando de encontrar una solución a la cuestión del uso de armas químicas en el conflicto en Siria, la que con mucha probabilidad, prevé algún tipo de intervención militar.
Ayer el Parlamento británico le negó al primer ministro David Camerón el apoyo para que el país participe de una intervención militar. Pese a que el Jefe de Gobierno asegurara estar convencido de la responsabilidad del gobierno de Damasco del supuesto bombardeo químico realizado el pasado 21 de agosto, la oposición consideró, en cambio, que no había pruebas irrefutables de quién había sido el autor del ataque.
El gobierno de Francia anunció su disponibilidad par apoyar una acción para dar una clara señal al presidente Assad. En efecto, según los expertos, la intervención no implicaría una presencia en el territorio, sino que se trataría de un bombardeo de objetivos militares, como forma de castigo.
Por su parte, el gobierno de los Estados Unidos, principal impulsor de una intervención militar para castigar al presidente sirio Bachar al Assad, consideró que puede prescindir militarmente de su aliado británico, aunque seguirá consultándolo. La Casa Blanca sigue buscando países con los cuales formar una coalición que realice la intervención.
Descontando el voto en contra de Rusia y China, que disponen del poder de veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, la Casa Blanca, analiza la posibilidad de un mandato de la OTAN y de la Unión Europea, siguiendo la modalidad aplicada en 1998 en oportunidad de la intervención militar contra el gobierno de Serbia, acusado de crímenes de guerra en Kosovo. La postura interventora de los Estados Unidos encontraría el respaldo de la Liga Árabe y de Israel.
Alemania, influyente miembro de la Unión Europea, considera que se debe esperar el responso de la comisión investigadora enviada por la ONU a Siria, la cual debería regresar mañana. Comparte esta opinión el gobierno de Rusia, que además el martes, en el Consejo de Seguridad de la ONU, brindó documentos fotográficos captados por sus satélites que evidencian que el ataque provino de una zona controlada por los rebeldes, por lo tanto se habría tratado de un enfrentamiento entre grupos rivales miembros de las milicias que combaten contra el régimen de Damasco.
También China se opone a una intervención militar y, en especial sin un responso claro de la comisión investigadora de la ONU, no daría su voto favorable en el seno del Consejo de Seguridad. Se supo, por vías informales, que Pequín recomendó prudencia al secretario de estado norteamericano John Kerry, en alusión a las escasas pruebas que se pudieron conseguir para acusar el régimen de Damasco.
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