lunes, 19 de agosto de 2013

El ejército egipcio controla el país


Los Hermanos Musulmanes aparecen en desbandada, aunque no han renunciado a la lucha. Los militares han afirmado que no tolerarán más desmanes. Se teme por un conflicto civil. Es una situación delicada y compleja la de Egipto luego del baño de sangre de los últimos días.

Por un lado existe un gobierno interino, que debería convocar a una reforma constitucional y en seis meses a elecciones para legitimar un nuevo gobierno que tome las riendas del país. Por otro, pocos pasos se han dado en esta dirección.

El ejército, bajo el mando del general Abdel Fatal al Sisi, ha tomado el control del país y ha anunciado tolerancia cero con los Hermanos Musulmanes, los cuales han sido los legítimos ganadores de las elecciones que hace un año llevaron al poder al depuesto presidente Mohamed Morsi, desde comienzos de julio, cuando fue derrocado, bajo arresto por los militares.

Claramente, existe una gran mayoría de ciudadanos egipcios que no quiere un Estado clerical controlado por los Hermanos Musulmanes, bajo el imperio de su versión de la ley islámica. Veinticinco millones de personas, a fines de junio salieron a la calles protestando contra la involución autoritaria de Morsi. Y a comienzos de julio celebraron su derrocamiento.

En las semana siguiente se intentó buscar una salida dialogada del impasse institucional. Fuerzas políticas, el ejército y grupos de la sociedad civil, países extranjeros que mediaron en la delicada situación, invitaron a los Hermanos Musulmanes a buscar una solución, pero sin resultados.

La violencia estalló el miércoles pasado con toda su virulencia. Pero fue de ambos lados, con la diferencia de que los manifestantes a favor de Morsi, que ocupaban plazas y mezquitas de El Cairo y otras ciudades, se enfrentaban a fuerzas armadas entrenadas en el uso de armas. De los dos primeros muertos, uno fue un general del ejército. El miércoles, entre los 43 uniformados fallecidos hubo un segundo general.

Los militares habían avisado que procederían a desalojar las plazas, se habían usado parlantes, folletos lanzados desde helicópteros y se había habilitado una vía de salida. Pero los Hermanos Musulmanes buscaban sus mártires. Luego estalló el odio. Hasta el sábado los muertos fueron más de 800 y los heridos superan los 4.000. La venganza de los Hermanos Musulmanes se abatió también sobre iglesias y edificios cristianos en un intento de incitar al odio. La imagen más conmovedora de este fin de semana, es la cadena humana de musulmanes sunitas protegiendo una iglesia cristiana durante una celebración litúrgica.

Los Hermanos Musulmanes aparecen sin un liderazgo claro, sin un programa, sin saber qué hacer. Han dicho que no van a callar. Y el riesgo es que se pueda repetir una situación como la de Siria. Siempre y cuando no prevalezca la cordura.

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