martes, 7 de enero de 2014

Peligra el avance de la ampliación del Canal de Panamá

Las autoridades panameñas, el gobierno español y el conglomerado constructor discuten un reclamo de 1.600 millones de dólares por sobrecostos de ejecución. Ha sido realizado el 72 por ciento de la gigantesca obra.

En agosto de este año cumplirá un siglo una de las obras humanas de mayor envergadura: el canal de Panamá. El aniversario acontecerá casi un año antes que terminen las imponentes obras de ampliación del canal, previstas para junio de 2015, las que deberían permitir que barcos de mayor porte utilicen este punto de paso estratégico.

En vista de esta realización, cuya licitación fue ganada en 2009 por un grupo mixto (GUPC) integrado por la española Sacyr Vallehermoso, la Impregilo, de Italia, como socios mayoritarios, y por Jan de Nul, de Bélgica, y Constructora Urbana, de Panamá, como minoritarios, varios de los puertos de la costa este de los Estados Unidos han invertido en su ampliación para recibir los navíos de mayor porte que utilizarán el canal. Así cómo numerosas empresas navieras han invertido en la construcción de nuevos buques encargados a astilleros de numerosos países.

La expansión de la ruta acuática tiene un avance total de un 72 por ciento y la construcción de las nuevas esclusas registra un 65 por ciento de adelanto. Sin embargo, en estas semanas las empresas del GUPC han reclamado que le paguen ulteriores 1.600 millones de dólares por sobrecostes de ejecución amenazado incluso la suspensión de la gigantesca obra, la construcción de cuyas esclusas fue adjudicada por 3.118 millones de dólares. El total de la obra de ampliación del canal está presupuestado en 5.250 millones de dólares.

Este martes habrá nuevas reuniones entre la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), el gobierno local, el conglomerado constructor y la ministra de Fomento de España, Ana Pastor, para analizar cómo resolver el diferendo financiero surgido cuando alta un año y medio de la terminación de la obra. Mientras tanto, las autoridades panameñas y la ACP intentaron tranquilizar la comunidad marítima mundial, inquieta ante el anuncio de una posible suspensión de las obras debido a las inversiones realizadas en vista de la ampliación de la vía marítima a barcos de mayor porte.

Mientras tanto las autoridades de Nicaragua han anunciado que las obras para un nuevo canal interoceánico que se está proyectando en el país centroamericano podrían comenzar en 2015, ya que recién para el tercer trimestre de este año se prevé culminar el estudio de factibilidad de la obra y definir uno de los cinco trazados propuestos. La realización de la misma se estima que insumirá unos 40.000 millones de dólares.

lunes, 6 de enero de 2014

En Perú se debate sobre la concentración de medios


Con la adquisición del Grupo Epensa, el Grupo El Comercio controla más de la mitad de la venta de periódicos del país y casi el 80 por ciento de la torta publicitaria.




Está cobrando actualidad en Perú el debate político sobre la concentración de diarios, luego de que se validara la adquisición del Grupo Epensa por parte del Grupo el Comercio. Para el economista Jorge Fernández Baca, catedrático de la Universidad del Pacífico, quien investigó la negociación el resultado es una de las mayores concentraciones de diarios a nivel mundial. 

Baca detectó que la unión del Grupo Epensa con el Grupo El Comercio determina el control sobre más del 50 por ciento de la venta de periódicos en todo el país, que en el caso la capital y de la región del centro llega al 80 por ciento. Esta posición concentrada, por otro lado, permitirá dominar casi el 80 por ciento de la torta publicitaria de todos los periódicos del Perú. 

En su estudio, encargado por el diario La República que se opuso a la compra del Grupo Epensa, Fernández Baca, quien es ex presidente del Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual de Indecopi afirma que de este modo el grupo concentrado puede “financiar más de la mitad de sus costos de impresión”, cuando el resto de los periódicos deberán cubrir al menos el 70 por ciento de sus costos con el precio de tapa, lo cual haría sumamente problemática su continuidad en el mercado. 

Para Baca, ni en los Estados Unidos ni en la Unión Europea sería aceptable un nivel similar de concentración, pues las normas fijan límites a la concentración en torno al 30 o 20 por ciento. “Como resultado de esta posición dominante en la circulación de periódicos, el Grupo El Comercio podrá captar mayores ingresos por publicidad y ello le permitirá a su vez aumentar el porcentaje de subsidios a sus periódicos”, señaló el experto.

Baca destaca la ausencia de una política de control de fusiones ante el peligro de que quede afectado el pluralismo de opiniones. 

En efecto, el propio presidente de Perú, Ollanta Humala, ingresó en el debate al considerar la necesidad de debatir el tema de la libertad de expresión en el ámbito del Poder Legislativo. “No hay que tenerle miedo a este debate y menos el grupo empresarial que hace la concentración (de medios), es bueno que el tema y el debate de la libertad expresión, como los demócratas que somos, lo defendamos abiertamente”, precisó Humala. Su intervención, sin embargo, suscitó reacciones negativas entre la oposición parlamentaria. 

Pese a que en su proyecto electoral figuraba una medida similar a la ley de medios vigente en Ecuador y Argentina, Humala dijo que no está dentro de la prioridad del Poder Ejecutivo presentar algún proyecto destinado a regular la concentración de medios, sino que con ponerlo en la agenda “ya se ha hecho bien”.

miércoles, 1 de enero de 2014

Entre el trigo y la cizaña

El grupo de las grandes potencias ha logrado un importante resultado al acordar un límite en el uso de la tecnología nuclear de los iraníes. No obstante, existen intereses ocultos sobre los cuales hay que ser vigilantes.

Hay dos hechos de política internacional de 2013 que merecen ser destacados: las negociaciones que permitieron evitar, primero, un ataque militar contra el gobierno de Siria acusado de usar armas químicas y que, sucesivamente, llevaron a acordar su desarme químico, un diálogo cuyo efecto se verificará durante la segunda conferencia de Ginebra sobre el conflicto sirio, fijada a partir del 22 de enero. El otro acontecimiento es el acuerdo que las grandes potencias1 alcanzaron con Irán sobre su programa nuclear.

En ambos episodios se desactivaron, al menos por el momento, importantes focos de tensión internacional. El caso del programa nuclear iraní venía desde 2004. Que haya prevalecido la negociación diplomática sobre la hipótesis de una intervención militar es digno de ser resaltado ya que, en estos años, no sólo las intervenciones militares no han resuelto los problemas, sino que los han empeorado. El caso de Afganistán, Irak y el conflicto entre palestinos e isralíes es una muestra de ello.

Sustancialmente, durante seis meses el régimen de Teherán permitirá las inspecciones a sus centros de tecnología nuclear, reducirá la producción de uranio enriquecido a cantidades que aseguren su uso para fines civiles, a cambio de una atenuación de las duras sanciones económicas en aplicación. En concreto, se libera una parte de su dinero bajo embargo en el exterior y se abrirán algunos canales comerciales, en particular la venta de crudo. Una medida importante para uno de los principales exportadores mundiales de petróleo, cuyas ventas han bajado al 60 %. Si al finalizar los seis meses se confirmara la buena voluntad del gobierno de Teherán, serán levantadas el resto de las sanciones, que han hundido el país en una dura crisis económica.



Un elemento clave para alcanzar este acuerdo ha sido el tono distendido y dialoguista del presidente iraní, Hasan Rohani, que ha permitido transformar los puños en apretones de mano entre los representantes del principal exponente del “Eje del Mal” y del “Gran Satanás”. No es poco. 

Sin embargo, conviene ser cautos y no caer presos del triunfalismo. No sólo habrá que verificar la marcha del acuerdo, sino que es preciso tener presente que tanto en Irán como en los Estados Unidos, en Arabia Saudita e Israel hay quienes, por diferentes razones, están dispuestos a torpedearlo. La situación es bastante más compleja que la eterna oposición entre defensores de la paz y el diálogo, que los hay, y los partidarios del uso de la fuerza para imponer hegemonías ideológicas o religiosas. 

En este juego de ajedrez, tras la cuestión del programa nuclear de Irán operan diferentes intereses con capacidad de influir. Desde los lobby del aparato industrial y militar, a los grupos de pensamientos que pretenden imponer su hegemonía, sea ésta inspirada en algunas corrientes islámicas, en el estilo de vida occidental o en la seguridad nacional. Son precisamente estos intereses los que raramente evidencian el formal y, a menudo, edulcorado lenguaje diplomático.

La polémica acerca del programa nuclear iraní, más que un tema militar, oculta en realidad la oposición a que el país persa se consolide como potencia regional en la zona de Medio Oriente y Asia Central. Israel no niega ni confirma disponer un número de armas nucleares, que algunos expertos cuentan por centenares. Hay fuertes sospechas de que Arabia Saudita también haya conseguido armarse nuclearmente, con la colaboración de Pakistán. La alianza entre estos países y los Estados Unidos, ante un eventual ataque nuclerar iraní, dejaría el país en cenizas y sería un verdadero suicidio.

Israel, con el argumento de su seguridad, aspira a ejercer el control en Medio Oriente, y el surgimiento de Irán como potencia contrasta con su objetivo. No por nada el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu ha analizado la hipótesis de un ataque preventivo contra el país persa, sin el consentimiento y en contra de la Casa Blanca, aunque la inteligencia y los estamentos militares lo han desaconsejado. Netanyahu considera un “error histórico” el acuerdo con Teherán. 

Al respecto, una curiosa alineación se ha dado entre Arabia Saudita y Tel Aviv. La monarquía saudí anunció la apertura de su espacio aéreo en caso de un ataque preventivo israelí hacia Irán contra objetivos del programa nuclear. Arabia Saudita está desilusionada con Washington y su clara voluntad de distender las relaciones con Teherán, como lo indican las cuatro reuniones secretas entre iraníes y estadounidenses previas al acuerdo de Ginebra. Esto echa por tierra el proyecto de debilitar la expasión de los chiítas (la corriente islámica mayoritaria en Irán), con la formación en la región de gobiernos clericales devotos a la corriente sunita del Islam predicada por los sauditas. Es en esta clave que debe leerse la fuerte intervención de los sauditas en el conflicto sirio, financiando armas y milicianos. En efecto, el único gran choque en este momento es entre sectores islamistas sunitas y chiítas.

La nueva estrategia de Washington, que en su país no recibe grandes apoyos, incluso en el partido Demócrata del presidente Barack Obama, y que encuentra la férrea resistencia de los republicanos, deja herida a Francia, luego de que París se tomara a pecho el criterio de intervención militar en Libia y en Siria. Washington considera que para mantener estable Medio Oriente no es suficiente el vínculo de Francia con Qatar, que llegó a financiar la campaña electoral del presidente François Hollande, y con Israel. Se necesita una potencia con capacidad de intervención, y ésta es... Rusia. En efecto, en Washington se considera que sus propias reservas de petróleo y gas no convencional convertirán al país en un exportador neto de combustibles, lo cual marca el comienzo de una nueva fase política que conduce a tomar distancia de Medio Oriente.

¿Estos cambios harán más segura la región? Sólo si el buen trigo de la cooperación entre países prevalece sobre la zizaña de los intereses económicos y pseudo religiosos

1- Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Reino Unido y Alemania.