lunes, 5 de agosto de 2013

Washington aprobó nuevas sanciones contra Irán

Este domingo asumió el nuevo presidente iraní Hasan Rohaní, considerado como un moderado. Sin embargo, poco antes los legisladores de los Estados Unidos votaron un ulterior endurecimiento de las sanciones contra el país persa. Una medida que no se presenta como coherente con la voluntad de pacificar una región marcada por los conflictos.

No queda claro, o tal vez sí, por qué razón el Congreso de los Estados Unidos haya endurecido todavía más su postura respecto de Irán – en lo que se puede definir una verdadera guerra económica –, precisamente mientras asumía el nuevo presidente del Estado persa, Hasan Rohaní, considerado hasta ahora un moderado que, además, ha recalcado la necesidad de diálogo y de respeto para poder llegar a algún resultado con su país. Antes de seguir en el análisis, hay que ubicar el término “moderado” en el contexto de la revolución jomeinista. Por lo que sólo ante posturas super radicales como las de su predecesor, Mahmud Ahmadinejad, Rohaní puede ser considerado moderado.

Sin embargo, luego de ocho años de permanentes exabruptos de Ahmadinejad, desde la negación de la Shoa (como negar la existencia del Sol), y la prédica de la destrucción del Estado de Israel, la llegada de una figura saludada como dialoguista, que ha inaugurado su mandado sin ni siquiera pronunciar la palabra “nuclear”, en Teherán se estaba abriendo una ventana de esperanza.

El tema nuclear no es menor, por ser el pomo de la discordia debido al plan de desarrollo de energía atómica al que Estados Unidos e Israel atribuyen fines militares, y que Irán asegura tratarse de un proyecto con finalidad civiles. “Quiero enfatizar que nunca hemos buscado la guerra con ningún país del mundo”, declaró en su discurso del pasado domingo aludiendo a los temores de Israel de que Irán llegue a desarrollar armamento atómico. Sin embargo, dijo el nuevo presidente: “A Irán no se le puede someter con sanciones o con la amenaza de la guerra”. Rohaní ha hablado también en presencia de un nutrido grupo de diplomáticos extranjeros, que han saludado con optimismo su discurso, en el cual ha hecho hincapié en los problemas económicos del país. “Ahora hace falta que los hechos confirmen las intenciones”, señaló un embajador europeo al diario madrileño El País.

Extraña por lo tanto, que el Congreso estadounidense haya aumentado las sanciones contra el país asiático, que queda cada vez más afuera del comercio de gas y petróleo, de las tecnologías modernas y de los mercados internacionales. Lo cual no podrá sino empeorar la economía iraní que se encuentra en serias dificultades, por la cantidad de sanciones cruzadas que le impiden comercializar su propio petróleo, concretar pagos a través de instituciones bancarias, y abastecerse de las importaciones necesarias para su actividad productiva y comercial. Precisamente en el momento en que un presidente aparentemente más dúctil tendrá que armar su línea de política exterior, y no le faltarán por cierto enemigos internos que tratarán de que no prosperen posturas más dialoguistas, la medida legislativa tomada por los estadounidenses aparece por lo menos inoportuna.

Si la lógica de los congresistas norteamericanos fuera la de llegar al diálogo en pos de un clima de paz, como teóricamente lo demuestra la iniciativa de volver a abrir las negociaciones de entre Israel y Palestina, la conducta para con Irán debería tener su equivalente en presionar al gobierno israelí para que frene la construcción de nuevos asentamientos en territorio que pertenece de derecho a los palestinos. Pero no es así. La Casa Blanca suele ser bastante más pasiva en este tema. Por otro lado, llama la atención el nombramiento de una figura como Martin Indyk como mediador de paz para los Estados Unidos en los negociados palestino-israelíes. El pasado de Indyk habla de posturas muy filo israelíes, desempeñadas al servicio de la gestión del presidente Bush senior y de Clinton.

Todo induce a plantearse si efectivamente desde Washington se está apuntando a la paz o si se está reacomodando la compleja situación de Medio Oriente. Es un rompecabeza que abarca la situación de Siria, Afganistán, Iraq, los palestinos, Irán, Líbano y el norte de África.

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