lunes, 14 de diciembre de 2015

COP21: un primer balance

Posiblemente, el resultado más importante alcanzado en la cumbre climática de París ha sido el de la movilización de Gobiernos y organizaciones de la sociedad civil en torno al tema de proteger el futuro del planeta. Nos estamos dando cuenta de que donde no llegan los organismos políticos, los Gobiernos y la ONU, por ejemplo, hay una gran fuerza de la sociedad que puede impulsar la toma de decisiones. 

En este sentido,  cabe reconocer el rol de liderazgo del papa Francisco que ocupó un lugar en primera fila comprometiendo a la Iglesia con su encíclica Laudato si'
Otro resultado importante es que el acuerdo haya sido firmado por 195 países. Contaminar ya no será una negligencia sino una culpa.  

El acuerdo contempla tres aspectos clave: hay que tratar de contener el aumento de temperatura en 1,5 grados para 2020. Los países en desarrollo tendrán acceso a un fondo de 100.000 millones de dólares anuales como ayuda para adaptarse a los cambios climáticos hasta 2020 luego se verá si incrementarlo. Los proyectos de reducción de las emisiones contaminantes tendrán verificaciones cada cinco años. Cuanto antes habrá que superar el pico de emisiones para luego reducirlas.  

Hay puntos flacos en el acuerdo firmado, sin duda. Es vinculante el documento pero no las metas, que son la parte más concreta. Algunas indicaciones son demasiado genéricas y no están previstas sanciones en caso de incumplimiento. Las verificaciones deberían ser más frecuentes y no cada cinco años. 

Precisamente por lo afirmado en el primer párrafo, París deja en claro por un lado que se necesitará una sociedad civil vigilante y movilizada que no podrá bajar la guardia. Porque hay fuertes intereses en juego que a menudo no coinciden con las perspectivas alarmantes que los científicos están señalando. 


Al mismo tiempo, hubo una clara indicación de que apostar a los combustibles fósiles ya no es un buen negocio. Entre la caída del precio del petróleo y la cada vez más fuerte sanción social, es muy posible que habrá un corrimiento de las inversiones hacia las energías renovables, que hoy representan casi la mitad de la producción de electricidad. Lo cual significa más investigación y más desarrollo de estas tecnologías. Que es lo que necesitamos con urgencia. 

domingo, 1 de noviembre de 2015

Cambio climático y uso de la tierra

A fines de este mes de noviembre comienza la cumbre climática convocada por las Naciones Unidas, que seguirá hasta casi mediados de diciembre. Entre las medidas que hay aplicar para frenar el calentamiento global, también deberían estar las que se refieren a nuestro sistemas de producción agrícola y ganadero.

jueves, 1 de octubre de 2015

Unión Europea: ¿abrirse o cerrarse?

No ha aparecido todavía la clave para afrontar dos cuestiones que hoy son una: la de los migrantes que intentan llegar al Viejo Continente y la ola de refugiados que huyen de los conflictos.

Unión Europea: ¿abrirse o cerrarse?


No ha aparecido todavía la clave para afrontar dos cuestiones que hoy son una: la de los migrantes que intentan llegar al Viejo Continente, y la ola de refugiados que huyen de los conflictos.

martes, 1 de septiembre de 2015

Nuevos tiempos para Cuba

El nuevo contexto en el que este mes de setiembre se realiza la visita Papa Bergoglio. La normalización de las relaciones con Washington, los vínculos con el resto de América latina, los cambios en la economía y las libertades democráticas.

sábado, 1 de agosto de 2015

Integración: la política al más alto nivel

Los procesos de integración regional suponen la política elevada a su más alto nivel, superado quizá sólo por el de las Naciones Unidas. Son ámbitos en que la mirada relativa y limitada de un país es potenciada por objetivos comunes a escala más amplia.

lunes, 13 de julio de 2015

Un Papa que hace lío

Mi impresión es que el discurso del Papa al segundo encuentro de los movimientos sociales y populares en Santa Cruz de la Sierra, sea de los que están destinados a producir repercusiones dentro y fuera de la Iglesia. 

Más que un discurso, es un programa de acción. En el texto, se advierte que el Papa es movido por una urgencia: ya no hay más tiempo, porque el sistema económico en el que estamos, productor de injusticias y desigualdades, es insoportable, “no se aguanta”; el equilibrio medioambiental puede verse gravemente afectado en poco tiempo, por lo que es necesario actuar, cambiar, porque “este sistema no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos... y tampoco lo aguanta la Tierra”.

Bergoglio identifica con claridad quién debe producir ese cambio, el sujeto político que hoy está llamado a dar un alma a la globalización: la sociedad civil, de la que tenía representado ante sí el sector de los movimientos sociales y populares. La globalización de la exclusión y de la indiferencia, la que asume la pobreza y la desigualdad como hechos naturales, tiene que ser reemplazada por la “globalización de la esperanza”, que “nace de los Pueblos y crece entre los pobres”.

Este último aspecto es importante porque supone la puesta en marcha de mecanismos para democratizar este sistema, a menudo controlado por hilos invisibles de poderes e intereses que más adelante el Papa identifica como el “estiércol del diablo”. Una democracia que, por lo tanto, parte desde abajo: “Ustedes, los más humildes, los explotados, los pobres y excluidos, pueden y hacen mucho. Me atrevo a decirles que el futuro de la humanidad está, en gran medida, en sus manos, en su capacidad de organizarse y promover alternativas creativas, en la búsqueda cotidiana de las “tres T”. ¿De acuerdo? Trabajo, techo y tierra. Y también, en su participación protagónica en los grandes procesos de cambio, cambios nacionales, cambios regionales y cambios mundiales. ¡No se achiquen!”.

¿Cuál es el rol de la Iglesia ante una tarea tan grande? Alguien podrá pensar que ésta debería mantenerse neutral, como en los procesos políticos electorales. Sin embargo, el Papa sitúa a la Iglesia dentro de la sociedad civil. Es una Iglesia que camina junto con los demás, como dijo en Ecuador, que sale de sus comodidades para ir hacia las periferias del mundo. Por eso mismo, no vive con neutralidad este aspecto, sino que lo acompaña: “La Iglesia no puede ni debe estar ajena a este proceso en el anuncio del Evangelio”. Y agrega con mucho realismo y humildad que no hay que esperarse de ella una receta.
Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio de la interpretación de la realidad social ni la propuesta de soluciones a problemas contemporáneos. Me atrevería a decir que no existe una receta. La historia la construyen las generaciones que se suceden en el marco de pueblos que marchan buscando su propio camino y respetando los valores que Dios puso en el corazón”.

Una Iglesia, por tanto, que no es sólo mater et magistra, sino también hermana y compañera de un viaje que Bergoglio ama definir como “procesos de cambio”, en los cuales “la pasión por sembrar, por regar serenamente lo que otros verán florecer, remplaza la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados inmediatos. La opción es por generar procesos y no por ocupar espacios. Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por “vivir bien”, dignamente, en ese sentido”.

En pocas palabras aquí se condensa la dimensión eminentemente política de un actuar que advierte que el “cómo” se alcanza el objetivo, sin preocuparse por ocupar espacios de poder, es tan importante como el objetivo mismo. En efecto, los procesos de cambio en marcha en América latina corren el riesgo, bajo la justificación de la búsqueda de la justicia social, de transformarse en proyectos hegemónicos que podría generar fracturas entre componentes mayoritarias y minoritarias de la sociedad. La sociedad civil está motivada por el amor a los demás, por la gratuidad, no por el poder ni por las teorías.

Bergoglio lo aclara en un pasaje particularmente intenso: “Ese arraigo al barrio, a la tierra, al oficio, al gremio, ese reconocerse en el rostro del otro, esa proximidad del día a día, con sus miserias, porque las hay, las tenemos, y sus heroísmos cotidianos, es lo que permite ejercer el mandato del amor, no a partir de ideas o conceptos sino a partir del encuentro genuino entre personas. Necesitamos instaurar esta cultura del encuentro, porque ni los conceptos ni las ideas se aman. Nadie ama un concepto, nadie ama una idea; se aman las personas”.

Pero ¿qué quiere decir que la Iglesia no es ajena a estos procesos? ¿Qué quiere decir que acompaña? Porque para el Papa “salir” es parte medular de su misión evangelizadora. Mi impresión es que en contextos de ese tipo aparecen los ulteriores horizontes de la nueva evangelización: el anuncio de Jesucristo ya no puede limitarse al anuncio de la Palabra, sino que debe traducirse también en nuevas categorías de pensamiento económico, en categorías políticas, en líneas para una nueva socialidad, en instituciones jurídicas... es decir, penetrando en todos los aspectos de la cultura incluyendo una nueva relación con la hermana-madre Tierra.   

No se trata sólo de nuevas teorías, sino de que estas categorías se inspiren y provengan de la experiencia que nace del amor evangélico, de la solidaridad, la gratuidad y la fraternidad. Es, por tanto, una invitación dirigida particularmente a los laicos, en sus múltiples expresiones eclesiales, a cuyos sectores juveniles el Papa invitó a armar “lío” dentro de la Iglesia. Bergoglio está tratando de hacer lío en el mundo, a menudo develando el hechizo que padecen aquellos que no ven hasta qué punto este sistema insoportable, bajo un manto de capitalismo y dedicado a nuevas formas de colonialismo, no es otra cosa que un rey desnudo que no tiene modo de sostenerse, ni epistemológicamente ni a nivel medioambiental.

Es entonces importante generar junto con el Papa este proceso de cambio, uniendo a su voz y a su actuar nuestras voces y nuestro actuar.


viernes, 1 de mayo de 2015

Estados Unidos e Irán ensayan acuerdos más profundos

En abril, las potencias del grupo 5+1 alcanzaron un importante pre acuerdo sobre el programa nuclear de Irán que en junio podría transformarse en definitivo. Es un paso positivo pero no el único en las relaciones entre Washington y Teherán.

miércoles, 1 de abril de 2015

Los juegos políticos tras el precio del petróleo

La caída del precio del crudo responde parcialmente a la ley de la oferta y de la demanda. También intervienen factores geopolíticos, como el enfrentamiento con otros países productores, Rusia e Irán, aliados de un enemigo de los sauditas: el regimen de Siria.

viernes, 9 de enero de 2015

A la violencia se responde con más democracia


La primera reacción es la de solidaridad con las víctimas inocentes de este ataque violento que pretendió atentar contra una de las libertades fundamentales de nuestra sociedad. Sin embargo, esto no puede impedir detectar la necesidad de corregir algunas ambigüedades de Occidente respecto del fanatismo y la intolerancia.

Mientras desde Francia sigue el flujo informativo de las noticias vinculadas al ataque a la sede del semanario satírico Charlie Hebdo, en las redes sociales y en los medios de comunicación se multiplican las lecturas, los análisis y los comentarios sobre el atentado. No es fácil y tampoco es el momento para sacar conclusiones definitivas acerca de este episodio. La experiencia nos ha enseñado que, a menudo, los hechos vinculados con el terrorismo ofrecen más lados oscuros que explicaciones claras.

Sin duda, la primera reacción es el sentimiento de solidaridad con las víctimas de este atentado criminal. Gente común, trabajadores que este jueves había concurrido a su trabajo pensando que por la tarde regresaría a sus hogares. Que se haya atacado un medio de prensa, símbolo de una de las libertades fundamentales de Occidente dice que directa o indirectamente la furia homicida de estos sujetos se ha descargado sobre una expresión de los valores democráticos. También en este caso, la condena no puede sino ser firme y sin vacilaciones. El sistema de libertades sobre los cuales se construyen nuestras democracia, entre ellas la libertad de expresión, representa precisamente la mejor respuesta a toda tentación de involución violenta hacia sociedades autoritarias.

Hechas estas aclaraciones, hay sin embargo algunos aspectos que conviene recordar. La facilidad con la cual se vincula el terrorismo con el Islam lleva a peligrosas e injustas generalizaciones. Hay medios que con asombrosa incapacidad analítica y populismo de baja calidad hoy estigmatizan la inmigración árabe en Europa y el Islam atribuyéndole la paternidad del atentado. Paradojalmente, esta actitud olvida dos cosas: primero que una gran cantidad de islámicos han repudiado el hecho violento. En segundo lugar, ignora que una de las víctimas de los terroristas ha sido el policía rematado sin piedad, Hamed Merrabet, un hombre de origen árabe, padre de dos hijos y musulmán. Un funcionario policial que ha dado la vida para proteger el semanario que ofendía con sus viñetas la religión que profesaba.

La migración a Europa de islámicos provenientes de varios países de África y otros continentes, tiene una historia de décadas que no es posible borrar. La violencia de los atentadores golpea a todos, también a los inmigrantes que se han radicado en el Viejo Continente y se han insertado así como en América latina se han insertado musulmanes y judíos, además de cristianos. El ataque no es de una religión contra otra, sino que es de grupos fanatizados contra un sistema de vida civilizado capaz de integrar la diversidad. La respuesta no es transformarse en una fortaleza, sino ofreciendo más civilización todavía, más libertades, más garantías para que avance esta capacidad de mirar a la diversidad como una riqueza.

Tampoco podemos olvidar un aspecto importante y es el de la ambigua relación entre Occidente y el mundo del fanatismo radicalizado. Francia tiene graves responsabilidades respecto de la desestabilización de Libia y Siria, al haberse involucrado directa y pesadamente en esos conflictos. Todavía en 2013, el entonces ministro de relaciones exteriores francés, Laurent Fabius, sostenía que el grupo Al Nousra estaba realizando “un buen trabajo” en Siria. En ese entonces, Al Nousra se identificaba, y no sólo vinculaba, con Al Qaeda. Sucesivamente, de él migrarán milicianos hacia el Estado Islámico que hoy azota Iraq y Siria. La presencia de soldados franceses en ese país y en Libia, previo a los levantamientos que terminaron con el derrocamiento de Kadhafi fueron señalados en varias ocasiones. Pero cabe recordar que desde la primera Guerra del Golfo Occidente hasta los episodios más recientes que acabo de citar, pasando por las invasiones de Afganistán e Iraq, ha destapado durante casi un cuarto de siglo la caja de Pandora de enfrentamientos internos a sectores islámicos, utilizando convenientemente y con desparpajo grupos terroristas antes o después denunciados como tales. Esta política desquiciada ha alimentado figuras opacas e intereses todavía menos transparentes que actúan en la sombra. Mientras se siga en esta actitud, es difícil que alguien no siga intentando sembrar el caos.

Finalmente, también es la oportunidad para gastar una palabra sobre la libertad de expresión. Charlie Hebdo ha utilizado este pilar de la democracia traspasando el límite entre sátira y desacralización y la ofensa lisa y llana, con cierta dualidad de criterio. Echó a un diseñador por haber blandamente satirizado la conversión religiosa de un hijo del ex presidente Nicolas Sarkozy por actitud discriminatoria, pero eso no le ha impedido publicar viñetas que ofenden groseramente a los islámicos y también a los cristianos. Una cosa es la sátira, otra cosa es ser blasfemo. Porque en el fondo es otra forma de esa intolerancia que el semanario pretende combatir.

Occidente tiene el deber de hacer de sus conquistas un puente de civilización y de paz y no la escusa para justificar cualquier actitud. La sociedad que se ha formado en base a esas conquistas es mucho más compleja. Por eso, para encontrar una convivencia armónica entre sus ciudadanos, necesita no sólo de las libertades sino también del espíritu igualitario, que asigna criterios de justicia, y del espíritu de fraternidad que da límites y contenidos a esos dos valores.

jueves, 1 de enero de 2015

La economía no se puede fundar sobre el individualismo

La conversación con el prestigioso economista italiano Stefano Zamagni se desarrolló a fines de noviembre en Buenos Aires, en una pausa durante su participación de la iniciativa conocida como el Atrio de los Gentiles. Este profesor de la Universidad de Bologna, despliega sus argumentos para destacar los límites del capitalismo, tal como lo hemos conocido en los últimos dos siglos, y que manifiesta señales de crisis desde varios puntos de vista. Miembro de la Pontificia Academia de Ciencias, Zamagni es entre los principales impulsores de la economía civil, que se instala a partir de la dimensión relacional y no egoísta de los actores económicos.