Los habitantes de pequeñas localidades ubicadas en lugares estratégicos están siendo desalojados por los cárteles de la droga en varios Estados sobre todo del norte. Se estima que hay en el país 140.000 desplazados por el crimen organizado.
El poder de los cárteles de la droga de México es cada vez más tiránico y despiadado. Son varias las aldeas y pueblos fronterizos que, por su ubicación, facilitan las rutas de la droga, lo cual provoca que los delincuentes impongan a sus habitantes irse abandonado trabajo y vivienda. Se habla de 140.000 personas han tenido que abandonar las localidades donde vivían en estos años, desde que en 2007, el entonces presidente Felipe Calderon emprendiera una lucha frontal contra los cárteles de la droga.
Ha sucedido en El Platanar de los Ontiveros, en el Estado Sinaloa, al norte, donde nueve hombres fueron ejecutados para amedrentar a las 50 familias de la localidad, que luego prefirieron irse. El Platanar pertenece al municipio de Concordia, donde siete comunidades de la sierra han sido abandonadas por sus habitantes desde el 2010. La zona limita con el Estado de Durango, uno de los más violentos del país, y sirve de paso hacia Mazatlán, que un objetivo de los cárteles de la droga. También en el Estado de Guerrero, hubo cientos de ciudadanos que abandonaron sus viviendas.
La explicación de las autoridades, deja todavía más asombrados, cuando manifiestan que se trata de “gente que se dedicaba a cuidar su ganado y a sembrar... no son expertos en el uso de armas y prefirieron abandonar el patrimonio de toda su vida”, comenta el presidente municipal de Concordia, perteneciente al oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI). Desde las sierras, en los últimos años han llegado unas 300 familias serranas, huyendo de los narcotraficantes. En La Cienaguilla, 25 familias que habitaban el lugar también tuvieron que huir. Contra una violencia de esa intensidad, poco pueden hacer los 60 agentes de la policía local, sin entrenamiento para enfrentarse al poder de fuego de los cárteles.
Pero nos Estados castigados no están sólo en el norte. Además, de Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas, Michoacán y Veracruz, la semana pasada también en Guerrero, en el suroeste, se trasladó la violencia, con decenas de muertos, entre ellos al menos tres líderes campesinos. En Tierra Caliente, una zona entre Michoacán y Guerrero, centenares de ciudadanos de cuatro comunidades decidieron irse luego de soportar la violencia del crimen organizado durante meses. Los cárteles desean apropiarse de El Cubo, por donde pasa un camino que vincula la sierra con la franja costera de Guerrero. Las autoridades policiales dicen que volvió la calma, pero hace una semana 150 hombres armados hicieron su aparición en el pueblo y se llevaron a la fuerza a dos mujeres y dos hombres en busca de quienes habían alertado a la policía, que parece ser haber sido la fuente de la información en manos de los criminales.
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