El presidente Daniel Ortega anunció que el país está trabajando en un megaproyecto de 40.000 millones de dólares para unir los dos Océanos. Los capitales vendrían de China, pero el presidente invitó también a los Estados Unidos a unirse al emprendimiento.
El Gobierno de Nicaragua volvió a la vieja idea de un canal que una el Atlántico con el Pacífico, como el de Panamá. Su presidente, Daniel Ortega, anunció que el gobierno está trabajando con una importante empresa china en el proyecto, que podría costar más de 40.000 millones de dólares. El año pasado, la agencia público-privada ProNicaragua había anunciado la firma de un protocolo de acuerdo con una empresa china para la constitución de una entidad dedicada al proyecto del canal, cuya sede es Hong Kong.
Por otra parte, el gobierno de Managua, otorgó, el año pasado, a un consorcio holandés el estudio de la prefactibidad del proyecto, desde el punto de vista de la viabilidad técnica, económica y financiera, cuyo costo es de 720.000 dólares. El estudio ya debería haber sido entregado, pero no hay novedades al respecto. Tampoco se sabe cuál sería la traza del futuro canal. Se sabe que no iría por el río San Juan, que delimita la frontera con Costa Rica. Expertos que realizaron estudios en 2006, recomendaron que iniciara desde la bahía de Bluefield, sobre el Caribe, avanzando por ríos internos y pasando por el Gran Lago de Nicaragua, sobre cuya orilla se ubica la capital del país, un espejo de agua de 8 mil kilómetros cuadrados. El recorrido completo sería así de 280 kilómetros.
Para el Centro de Investigación de Recursos Acuáticos de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, el proyecto del canal no competiría con el de Panamá, del que se están realizando ampliaciones para aumentar su tránsito. La capacidad del nuevo emprendimiento prevé esclusas de 460 metros, un calado superior a los 20 metros que permita recibir barcos de hasta 250.000 toneladas métricas.
Las críticas al proyecto provienen de los críticos del gobierno y de los ecologistas preocupados por los efectos del tránsito de barcos de gran porte por el Gran Lago, que es la principal reserva de agua del país. El dragado del lago, según los ambientalistas, atentaría contra el futuro del espejo de agua. Jaime Incer Barquero, conocido ecólogo nicaragüense, figura entre los convencidos de que el proyecto es insostenible y negativo para el desarrollo del país. Además, sostiene Barquero, que la inversión la realice una empresa del país que menos cuida el medio ambiente, representa un peligro sobre su impacto ambiental, sin que se pueda objetar la realización de la obra.
No es la primera vez que el presidente Ortega anuncia megaproyectos, como el proyecto de una refinería financiada por Venezuela, una inversión de 4 mil millones que hasta ahora no se ha realizado. La idea de una inversión tan gigantesca para la reducida economía nicaragüense, que duplica el Producto Bruto Interno del país, alimenta por lo tanto las dudas.
Ortega, en su discurso, apela a lo que es un sueño colectivo de los ciudadanos del país. Para el país, la obra significaría la realización de puertos, rutas de comunicación terrestres, ferrocarril, aeropuertos y oleoductos por donde el petróleo podría cruzar el país. Es el sueño de desarrollo de uno de los pocos países latinoamericanos que no se ha beneficiado del comercio de China e India con la región, cuya economía deprimida mantiene en la pobreza a casi la mitad de la población. El motivo de la ausencia de un comercio con el gigante asiático eran los vínculos del gobierno con la isla de Taiwan. El cambio en materia de política exterior de Managua es por lo tanto muy importante.
La realización de un canal que una el Atlántico con el Pacífico sería indudablemente la puerta de entrada al crecimiento, tal como lo experimenta el vecino Panamá. El viejo enemigo del "imperio" estadounidense, el ex guerrillero sandinista devenido presidente de un proyecto con una marca social–cristiana, ha aprovechado una cumbre del sistema de integración de los países centroamericanos (SICA) para anoticiar al presidente Barack Obama del proyecto e invitar al coloso yanqui a participar del mismo. La imagen de ese apretón de mano entre Ortega y Obama es una postal que nadie habría podido imaginar en los años '80.
Los tiempos cambian. Quizás, también Nicaragua está cambiando.
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