El Gobierno del presidente Santos anunció que llegó a un primer acuerdo con
la segunda guerrilla del país. Para comenzar las conversaciones, previamente
deberán ser liberadas todas las personas bajo secuestro de los insurgentes. Se
provechará la experiencia de las negociaciones con las FARC y la hoja de ruta
para las discusiones será la misma.
Cuando la desilusión parecía hacer mella en Colombia luego de la
postergación de la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla de
las FARC, un nuevo anunció devuelve aliento a la esperanza de pacificar el país:
también habrá un proceso de paz con el ELN, la segunda guerrilla del país.
El anuncio ha sido dado ayer, miércoles, por los negociadores de las dos
partes que participaron de los contactos exploratorios comenzados hace más de
dos años. Los acuerdos se llevaran a cabo siguiendo prácticamente la misma
agenda fijada en su momento con las FARC e incluso valiéndose del mismo sistema
de justicia transicional que se aplicará para castigar a los responsables de
crímenes de guerra.
El Gobierno ha puesto la condición de la liberación de todos los
secuestrados en poder del ELN para poner fecha al comienzo de las negociaciones.
Estas últimas tendrán varias sedes, tema que ha sido motivo de discusiones entre
los negociadores, las que finalmente serán Ecuador, principalmente, pero también
Chile, Brasil, Venezuela y Cuba.
El anuncio deja en cierto modo en off side, para usar un término
futbolero, a la marcha convocada en estos días por el conservador
Centro Democrático que se opone al modo con el que el presidente Juan Manuel
Santos condujo el proceso de paz y, en gran parte, favorable a la solución
militar.
Si bien el grupo guerrillero ha visto menguar sus fuerzas, reduciéndose a
entre 1.500 y 2.000 efectivos, no ha sido fácil buscar puntos de contacto debido
a las grietas internas, con líderes más favorables a la finalización del
conflicto, y otros más propensos a seguir con la lucha armada. Esas diferencias
explicarían el largo proceso de contactos durado más de dos años.
Si bien el peso militar de las acciones del ELN ha sido más escaso, en el
último año sus acciones se han acrecentado un 10 por ciento, con casi 400
episodios violentos en los departamentos bajo su control. Por otro lado, es
cierto que el fin del conflicto armado con las FARC, hoy próximo al menos a la
tregua bilateral, supondría que las fuerzas armadas colombianas podrían
concentrar sus esfuerzos contra el ELN, lo cual se transformaría en una clara
desventaja estratégica.
Indudablemente, se trata de una buena noticia que aumenta las expectativas
de paz en un país desgarrado en estos años por la violencia.
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