Calificar
de vergonzosa la decisión pactada entre la Unión Europea y Turquía
es poco. Estamos a niveles muy bajos de la política.
El gobierno de
Ankara y de la UE han pactado un cambio radical en la gestión de la
crisis de refugiados. La desesperación por frenar el flujo
migratorio combinada con la estrategia turca han llevado a acordar la
devolución a Turquía de todo extranjero que ingrese a las costas
griegas, incluso a los sirios. A cambio, la UE traerá desde Turquía
a un número de refugiados equivalente al de expulsiones.
El
trato incluye elevar a 6 mil millones de euros el aporte económico
de la UE a Turquía para atender a los refugiados. A cambio se amaga
un primer paso para el proceso de ingreso de Turquía en la UE: a
partir de junio sus ciudadanos no deberán recurrir al visado para
viajar a la UE.
La
UE hace por lo tanto oídos sordos a lo que los medios de prensa
turcos están ventilando al punto de molestar permanentemente su
Gobierno, con la clausura de varios diarios. Uno de éstos ha
denunciado abiertamente el apoyo brindado por Turquía al Isis,
además de los ataques permanentes contra los kurdos sirios, quienes
se defienden precisamente del terrorismo practicado por este grupo.
Esta ambigüedad del Gobierno de Ankara suscita muchas dudas acerca
de su posibilidad de poder integrar el bloque europeo.
La
lógica del acuerdo es que "los sirios pueden solicitar asilo en
Turquía. Y eso es un punto de inflexión", según el presidente
de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en la conferencia de
prensa conjunta ofrecida junto al presidente del Consejo Europeo,
Donald Tusk, y el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu. Para Tusk
es "un gran logro". La canciller alemana, Angela Merkel,
por su parte, calificó de "gran paso" el acuerdo. "El
asilo se pide en el punto de llegada y que el refugiado no elige
dónde ir", recalcó Merkel, obviando en realidad las normas
internacionales sobre el asilo político que en las últimas horas ha
recordado la ONU que impide devolver a quien solicita ese amparo. La
agencia de Naciones Unidas dedicada a los demandantes de asilo
(ACNUR), manifestó ayer su inquietud al respecto. “Estoy
profundamente preocupado por el acuerdo”, ha admitido el alto
comisionado de la ONU, Filippo Grandi, quien concurrió al Parlamento
Europeo para hablar de los problemas de los demandantes de asilo. “No
se puede firmar ningún acuerdo que no salvaguarde las garantías que
tienen los refugiados en el derecho internacional”, destacó el
alto comisionado provocando aplausos entre los europarlamentarios de
Estrasburgo.
El
ingreso de refugiados sirios desde Turquía deberá luego
transformarse en cuotas de aceptación por parte de cada país de la
UE. Pero al respecto ya se conoce la incomodidad de Hungría, poco
disponible a recibir refugiados. Tampoco se mostraron entusiastas con
el apresuramiento con el que se llegó al acuerdo Chipre y Francia.
El 17 y 18 de marzo habrá que definir todo más en detalle.
Europa
quiere dar una señal clara, luego de haber amagado mayor apertura el
año pasado: hay que ingresar legalmente al continente. Sin embargo,
la decisión es de incierta legalidad. El tema no afecta a migrantes
comunes, sino a personas que piden asilo también porque objeto de
persecución en su país. Baste con pensar en los cristianos
perseguidos por los terroristas u otras minorías.
El
primer ministro turco, Davutoglu, fue luego obligado, ante los
periodistas, a pronunciarse sobre la libertad de prensa. Davutoglu
sostuvo que el cierre del principal diario del país se debió a
indicios de blanqueo de dinero. "Nadie puede acusar a Turquía
de no tener libertad de prensa”, se defendió alegando que es un
valor común con la UE.
No
parece fácil contrarrestar la impactante cantidad de evidencias que
indican incluso el comercio de petróleo de figuras de la familia del
presidente Erdogan con el Isis. Sin embargo, todo puede esperarse en
tiempos en que el presidente francés François Hollande concede la
Legión de Honor al ministro de Interior de Arabia Saudita, país que
detenta un récord de ejecuciones capitales que supera el del Isis, y
que ha sido acusado de financiar a extremista tanto en Siria, como en
el actual conflicto en Yemen.
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