viernes, 1 de abril de 2016

¿La Unión Europea renuncia a sus principios?


Turquía acepta hacerse cargo de los refugiados a cambio de una sustanciosa ayuda económica y de facilidades para ingresar en la Unión Europea. Sin embargo, no sólo en el país no están garantizados derechos fundamentales sino que no está clara su postura acerca del terrorismo del Isis.

Desde el primer momento en que se anunció el principio de acuerdo entre la Unión Europea (UE) y Turquía acerca del flujo de refugiados, los periodistas presentes sospecharon de una contrapartida para el gobierno de Ankara. En efecto, a cambio de hacerse cargo en primera instancia del flujo de refugiados, el gobierno del presidente Recep Erdogan recibiría ayuda por 6.600 millones de dólares. Pero el mayor asombro lo constituyó el anuncio de que a partir de junio los ciudadanos turcos no necesitarían más la visa para ingresar en territorio de la UE. ¿Un primer paso para ablandar los requisitos para integrar al bloque a este país asiático en el 99 por ciento de su territorio? Las preguntas surgieron inevitables: ¿y las libertades fundamentales? ¿La censura y el cierre de diarios, el encarcelamiento de periodistas no domesticados por el régimen? ¿Los ataques a la minoría kurda tanto en el territorio nacional como en Siria? Y, la más grave de las sospechas, ¿qué pasa con la ambigua postura de Turquía respecto de la lucha contra el Isis? Como miembro de la OTAN el país supuestamente lucha contra el grupo terrorista, pero Rusia y diarios disidentes acusan al Gobierno de apoyar en realidad al Estado Islámico.
Las dudas obligaron en rueda de prensa al primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, a pronunciarse sobre la libertad de información: “Nadie puede acusar a Turquía de no tener libertad de prensa”, dijo. 
Pocos le creyeron. Y con razón: unos días antes el presidente turco Erdogan había disparado: “No creo que los medios de comunicación deban tener libertades ilimitadas. En ninguna parte del mundo los medios tienen libertad absoluta”. 

¿Hay Estado de derecho en Turquía? 
A comienzos de marzo la justicia turca excarceló al director del diario opositor Cumhuriyet, Can Dündar y su colega Erdem Gül, detenidos durante tres meses bajo la acusación de espionaje, delito por el que la Fiscalía pide cadena perpetua. En realidad, los periodistas documentaron el envío ilegal de armas a Siria por parte del gobierno turco. El Tribunal Constitucional ordenó la excarcelación en espera del juicio.
No fue la única denuncia de Cumhuriyet. En febrero el diario reprodujo interceptaciones telefónicas que son parte de una investigación que lleva a cabo la Justicia. Los militares habrían permitido el ingreso de guerrilleros y de material explosivo luego utilizado en atentados realizados en territorio turco (uno provocó 102 muertos en la estación de Ankara) y que luego justificaron represalias políticas contra la minoría kurda y contra los kurdos en el sur de Turquía y en Siria.
Las denuncias se suman a las que presentó Rusia sobre los vínculos en el contrabando de petróleo desde Siria a Turquía, o al caso de dos jueces y cuatro militares destituidos cuando el año pasado bloquearon un convoy de armas que estaba por entrar en territorio sirio controlado por el Isis, y plantean: ¿De qué lado efectivamente está Turquía?
La excarcelación de los dos periodistas ha sido una derrota política para Erdogan, quien dio una nueva muestra de su concepción de la separación de poderes al referirse al fallo del Tribunal Constitucional: “No acepto la decisión ni la respeto”. 
Mientras tanto, otra docena de periodistas sigue bajo arresto. El 4 de marzo se dispuso la intervención del diario Zaman, conservador e islámico y vinculado con la oposición y a jueces que están investigando el entorno de Erdogan, acusado de corrupción. Otros medios han soportado censura y limitaciones. Según el comisario de Derechos del Consejo de Europa, Nils Muiznieks: “Es la última de una serie de restricciones inaceptables a la libertad de prensa en Turquía”. Además denunció el acoso hacia medios y periodistas disidentes.

Un acuerdo polémico
Se comprende entonces el asombro cuando, en este contexto, la UE anunció que dispondría la devolución a Turquía de todo extranjero que ingrese a las costas griegas, incluso a los sirios. A cambio, la UE traerá desde Turquía a un número de refugiados equivalente al de las expulsiones. La lógica del acuerdo es que los sirios deben solicitar asilo en Turquía, según una postura defendida por la canciller alemana, Angela Merkel: “El asilo se pide en el punto de llegada y el refugiado no elige dónde ir”. 
La actitud europea revela varias debilidades: la incapacidad del bloque de enfrentar el tema con una política comunitaria, el temor por la seguridad, las concesiones en clave electoral a los sectores xenófobos y de derecha que imponen sus prejuicios. No se explicaría si no un acuerdo tan apresurado, que suscita las preocupaciones de la agencia ONU para los refugiados (ACNUR). Su alto comisionado, Filippo Grandi, sostuvo que “no se puede firmar ningún acuerdo que no salvaguarde las garantías que tienen los refugiados en el derecho internacional”. Para Dündar la UE renuncia a sus principios fundantes con el objetivo de “alquilar el territorio turco” para mantenerlos allí(1).

Pero ¿de verdad la UE sufre una invasión de migrantes y refugiados? ACNUR indica que entre 2008 y 2015 las llegadas fueron 875 mil. Aun en caso de que todos se hayan quedado, serían el 0,17 por ciento de la población. Más contundente aún es la comparación de refugiados por cada mil habitantes: en Líbano son 232; en Jordania, 87; en Suecia, 11, en Francia, 3,5 y 1,1 en toda la UE.
El problema es otro y, como señala el Papa, tiene que ver con la solidaridad sobre la que se funda Europa.


1. “El periodista turco excarcelado acusa a la UE de olvidar sus valores”, El País, 02/03/2016.

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