lunes, 3 de junio de 2013

Comienza mañana el juicio contra Bradley Manning

El soldado de los Estados Unidos que filtró 700.000 documentos que revelaron, entre otras cosas, cómo se llevaba a cabo la guerra en Iraq, será juzgado por un consejo de guerra.

En 2010, una andanada de documentos demoledores confirmaron los que desde hacía tiempo se denunciaba: los aspectos más perversos y nada gloriosos de la participación de los Estados Unidos en el conflicto en Iraq. Bradley Manning brindó al sitio WikiLeaks documentos de diplomáticos y también videos, como el que mostraba un helicóptero disparando contra civiles. Los informes se unieron a los que ya se sabía respecto de la violación de los derechos humanos en cárcles como la de Abu Ghraib, a los intereses privados en la conducción de la guerra, a las falsas motivaciones que provocaron la intervención para derrocar al régimen de Saddam Hussein.

Tres años después desde la detención de Manning en Iraq, mañana se reunirá, en Fort Meade, a unos 50 kilómetros de Washington, el consejo de guerra que juzgará a este soldado acusado de haber filtrado unos 700.000 documentos considerados reservados.

Manning, de 25 años de edad, ha aceptado declararse culpable de 10 de los 22 cargos que le imputa la justicia militar. Eso significa que no hay posibildad alguna que no sea encontrado culpable. Y todo indica de que él es conciente de su situación. La estrategia de la defensa apunta, de este modo, evitar la pena máxima de la cadena perpetua por dos de los cargos, los más graves, el de "ayuda al enemigo" y el de violar la ley contra el espionaje de 1917.

Su defensor ha protestado por la lentitud y el secretismo con los que la Justicia militar llegó a esta instancia. Más de 20 testimonios, embajadores, expertos en espionaje, funcionarios del ministerio de Defensa, serán escuchados a puertas cerradas. Uno de ellos, un soldado del cuerpo de elites que actúo en el operativo que condujo a la eliminación de Osama bin Laden, declarará que algunos de los documentos facilitados por Manning, fueron encontrados en el refugio del líder de Al Qaeda. El acusado estuvo aislado todo el tiempo y, por temor a que se suicidara, durmió desnudo, sin ni siquiera los anteojos en diferentes cárceles militares.

Manning declaró que decidió brindar información reservada con la intención de que es su país se abriera un debate sobre la participación en la guerra en Iraq y la política exterior. Para Elizabeth Goitein, del Programa de Libertad y Seguridad Nacional del Centro Brennan para la Justicia, este juicio será “probablemente el ejemplo más dramático de la utilización por parte de la Administración de la Ley de Espionaje para perseguir judicialmente las filtraciones de información a los medios de comunicación”.

Difícilmente la justicia militar será blanda con Manning, que se presenta como un traidor. Tanto él como WikiLeaks representan la reacción de la opinión pública ante la enorme cantidad de mentiras y la red de intereses en torno a esta guerra, injusta por donde se la mire. Una reacción que llega al extremo de cometer un delito para que la gente pueda acceder a información que revela los métodos inhumanos justificados por la razón de Estado. Lo cual confirma que sólo las herramientas democráticas, por imperfectas que sean, son las más adecuadas incluso cuando se trata de revelar que el armario de un gobierno está plagado de esqueletos. Quizá, ni Mannign ni WikiLeaks consideraron este punto.

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