Jordania, Israel y Palestina firmaron un pacto para evitar la desaparición de este bíblico mar, bombeando agua desde el Mar Rojo, ubicado a unos 200 km de distancia. La decisión se perfila como ejemplo de cooperación regional.
El acuerdo llega en un buen momento, cuando la iniciativa de paz de la Casa Blanca entre israelíes y palestinos muestra haberse estancado. El reino de Jordania, Palestina e Israel firmaron, en Washington, un pacto que tiene un doble objetivo: intervenir para detener la desaparición del Mar Muerto y abastecer de agua potable a los pueblos de la región. El acuerdo cuenta com el auspicio del Banco Mundial ). Si bien se trata de un pacto que no tiene específicos contenidos, es inevitable rescatar que los proyectos de cooperación regional son acaso el mejor método para avanzar si no en el proceso de paz, en la convivencia que, en realidad, es uno de los contenidos de la pacificación.
El proyecto consiste en extraer, por intermedio de un ducto, agua del Mar Rojo para traerla hasta el Mar Muerto. El aporte seria de 200 millones de metros cúbicos anuales. De éstos, la mitad se destinará a una planta desalinizadora ubicada en la ciudad jordana de Aqaba, que abastecerá la población de la zona, tanto jordanos, como israelíes y palestinos.
La inyección de los restantes cien millones de metros cúbicos anuales en el Mar Muerto reduciría el grave déficit de agua, pues se estima que para salvarlo harían falta 700 millones de metros cúbicos al año. En efecto, la depresión donde se ubica el Mar Muerto es la más profunda del mundo, con sus 400 metros por debajo del nivel del mar, y con un alto nivel de evaporación favorecidos por las altas temperaturas a lo largo de casi todo el año.
Eso provoca que las aguas de este bíblico espejo de agua se reduzcan anualmente de un metro o más. El Mar Muerto es hoy un importante destino turístico y terapéutico (artritis, psoriasis y otras afecciones de la piel), más allá de su valor ecológico, cultural e histórico.
Para el ministro israelí de Energía y Cooperación Regional, Silvan Shalom se trata de "un acuerdo de gran importancia estratégica, diplomática, económica y medioambiental". Aunque, precisamente para los ambientalistas se pone en peligro la sensibilidad ambiental del Mar Muerto, al tiempo que se debería devolver al río Jordán, el principal afluente, su caudal, hoy utilizado para el riego y el agua potable.
Según diversos expertos, la tubería especial que conectará el Mar Muerto y el Mar Rojo, em territorio jordano, a lo largo de unos 200 km, costará entre los 250 y 400 millones de dólares y podría ser completada antes del 2018. El proyecto presentado se puede considerar también como una "prueba piloto" de cara a la vieja idea, mucho más ambiciosa, de aprovechar el desnivel entre los dos mares para construir un canal entre el Mar Rojo y el Muerto.
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