Hacía casi 600 años que no se producía la renuncia de un papa a su ministerio. El antecedente más similar es el de Celestino V.
Non son muchos los papas que en la historia milenaria de la Iglesia
presentaron su renuncia al ministerio. En la casi totalidad de los
casos, se trató de decisiones forzadas por circunstancias externas:
exilios forzados con amenaza de muerte, disputas internas en la que se
llegó a elegir a varios papas a la vez. Los historiadores coinciden en
indicar a Ponciano (230-235) como el primero en utilizar la renuncia,
ante su exilio decretado por el emperador romano Maximino el Tracio.
Ante la eventualidad de morir, el papa abdicó. Algo parecido ocurrió con
el papa Silverio quien habría renunciado semanas antes de su
fallecimiento, en 537, desde su destierro en una isla del Mediterráneo.
Entre 963 y 965 se da la deposición y abdicación de Juan XII, León
VIII y Benedicto V quienes participaron de las disputas por el poder
entre papado e imperio. Algo parecido aconteció en la secuencia entre
Benedicto IX, Silvestre III y Gregorio VI entre 1044 y 1046. En tales
casos no hay unanimidad entre los historiadores.
Más claro es el caso de la renuncia de Celestino V (en la imagen),
Pedro de Morone, elegido papa en 1294. El 31 de diciembre de ese mismo
año, alegando ignorancia e incapacidad propia, regresó a la vida monacal
que había llevado hasta ese momento, incluso alcanzado fama de
santidad. Finalmente, también en el agitado contexto de las disputas
políticas que llevaron a la presencia de tres papas cada uno acompañado
por el apoyo de diferentes reinos europeos, Gregorio XII elegido, quien
había sido elegido legítimamente, renunció en 1415.
Sin duda, la renuncia que acaba de presentar Benedicto XVI guarda
mucha relación con la de Celestino V, ya que en ambos casos se trata de
motivaciones personales y no de presiones o amenazas externas.
En el libro entrevista "Luz del mundo", (2010) del periodista aleman
Peter Seewald, Benedicto XVI se refirió a la eventualidad de una
renuncia. "Cuando un papa llega a la clara consciencia de no estar más
en condiciones físicas, psicológicas y mentalmente de desempeñar el
cargo confiado - declaró -, entonces tiene el derecho y en algunas
circunstancias también el deber de dimitir".
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