¿Llegó
la hora de la verdad para el Gobierno brasileño de Dilma Rousseff?
Se podría decir que sí: a partir de las votaciones que comienzan
hoy y finalizan este domingo se sabrá cuál es su real consistencia
en el Congreso. Se necesitan 172 votos para evitar la destitución de
la presidenta o, visto de otro modo, 342 para decretar el fin
anticipado de su mandato.
La
sangría sufrida por la alianza que junto al Partido de los
Trabajadores (PT) sostenía el Ejecutivo ha sido notoria. Se le ha
ido su principal aliado, el PMDB, de centro derecha, y en estas horas
también ha abandonado la coalición el Partido Social Demócrata. Al
día de hoy, el PT cuenta con 93 votos en contra de la destitución.
La
esperanza para la presidenta se centra en los legisladores indecisos
que, dentro de cada grupo, analizan si afrontar o no lo imprevisible
de un gobierno de transición. Las dudas abundan, porque los
argumentos jurídicos para poner fin al mandato son endebles: correr
partidas presupuestales para maquillar balances ha sido una praxis
habitual de los ejecutivos durante décadas.
Eso nos
lleva a la pregunta inicial. No es la hora de la verdad, porque no
responden a verdad las reales razones de este proceso de destitución
puesto en marcha por legisladores, como el presidente de la Cámara
Baja, quien está siendo investigado por inexplicables cuentas
multimillonarias en el exterior.
Entre
las varias decenas de legisladores investigados por el escándalo
Petrobras, el episodio que dio el puntapié al proceso de
destitución, aunque sea el motivo de este juicio, los del PT no son
en ningún caso la mayoría. Significa que la crisis política y
moral está enquistada en todos los sectores de la política.
Sin
embargo, pese a esta evidencia, la pregunta es ¿qué sentido puede
tener salvar este mandado por un puñado de votos, obtenidos en
muchos casos prometiendo de todo a legisladores aislados, que es lo
que está haciendo el ex presidente Lula da Silva? ¿Qué
gobernabilidad puede asegurar a un país acosado por una dura
recesión, un Ejecutivo en el que posiblemente la mayoría de la
gente descree, porque ha hecho todo lo contrario de lo que anunció
en su campaña electoral?
Quizás
el camino más racional podría ser el de remitirse a la decisión de
los electores y habilitar una convocación anticipada de las
elecciones, como lo ha sugerido la ex candidata presidentas Marina
Silva. Sería algo más acorde con la realidad que este juicio
político no logra representar por completo.
La permanencia de Dilma es muy inestable, con los antecedentes que detalla esta nota; el juicio político quizá, muy posiblemente sumergir a Brasil en una situación aún mas riesgosa; el llamado anticipado a elecciones me parece que podría ser el más acertado. Siento dolor por Brasil. Por Lula, por lo que pudo ser y lo que termino siendo. Deso lo mejor para este país hermano al que nos ligan vínculos fuertes y un destino común.
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