lunes, 11 de abril de 2016

Las dudas que alimentan los Panama papers


Pasados los primeros momentos de impacto por las revelaciones de los Panama papers (los documentos de Panamá), comienzan las preguntas que surgen analizando más fríamente los hechos.

Es sabido que los refugios fiscales atraen dinero de evasores, corruptos, criminales y juegos poco claros. La condena, no de los ricos y poderosos, sino de los ciudadanos de a pie y de parte del mundo político es tajante. Sin embargo, cabe preguntarse quién y cómo se difunde esta documentación, más allá de las explicaciones del grupo de periodistas que ha trabajado en los Panama papers. Nadie duda de que es un scoop periodístico lo que aparece en las revelaciones. El tema, más bien, es lo que no dicen. Vamos a hacer un ejercicio de reflexión. 

Los documentos difundidos en su momento por Wikileaks fueron 250.000 archivos. Nadie se imagina a alguien leyendo tantos documentos, seleccionando y dando en el blanco con los más jugosos en medio de 11,5 millones de carpetas digitales, 46 veces las de Wikileaks. De estar impresas, formarían una columna de papeles alta cientos de kilómetros. Es claro entonces que fue necesario recurrir a un software para buscar en este mar de datos que abarca desde 1971 a 2015. Lo explica el proprio International Consortium of Investigative Journalists cuando presenta su labor. La pregunta es ¿quién pone y cuáles son los parámetros de la búsqueda en medio de tantos datos? Porque es llamativo que no aparecen nombres vinculados con la más poderosa economía del planeta. Es raro, siendo que el estudio legal Mossack Fonseca trabajaba en gran parte de las plazas financieras mundiales. Cuando se avanza en el análisis del proceso de divulgación de los datos, las dudas se incrementan.

Hubo una mano anónima que, incluso gratis, envió esa masa de información al diario bávaro Süddeutsche Zeitung. Este medio pertenece a una casa editorial vinculada a los principales conglomerados editoriales alemanes. Aun así, se trataba de una mole de trabajo inmensa, así que la redacción recurrió al International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ), un red de 190 periodistas de más de 60 países especializado en los escándalos financieros.
El tema es que el ICIJ  es una emanación del Internacional Center for Public Integrity con sede en los Estados Unidos. Entre los financiadores de esta última institución figuran las principales fundaciones de grandes familias capitalistas, como los Rockefeller, los Rothschild... la Open Society de George Soros, entre otros filántropos de esta envergadura. Y aquí las dudas se intensifican, porque es conocida la actividad especulativa en las finanzas de Soros. Verlo entre los patrocinadores de un organismo de este tipo supone más de un conflicto de intereses.

Existe por tanto un vínculo entre la red de periodistas y un grupo de grandes capitales, los que toman las decisiones claves en el mundo todavía más opacas que los juegos ocultos desde los paraísos fiscales. Y quizás eso explique la ausencia de firmas y nombres de la economía estadounidense. Hasta el momento se contabilizaron apenas 211 nombres, sobre millones de papeles que, además, abarcan 40 años. Sin embargo, quienes salen afectados por la filtración son adversarios o aliados de la política de la Casa Blanca. 
Si nos concentramos un poco más sobre el estudio Mossack Fonseca, aparece que el bufete se especializaba no sólo en el tema del reciclaje de dinero y la evasión fiscal, sino también en actividades de evasión de sanciones internacionales. Quizás eso explica, en primer lugar, la ausencia de firmas y nombres de estadounidenses. No tenían necesidad de evadir sanciones, siendo que son del país que suele aplicarlas. Pero hay algo más.

Varios años atrás, entre los asesores económicos de Barack Obama fue convocada Christina Romer, una experta de la depresión surgida de la crisis de Wall Street en 1929, la que siguió en los años sucesivos. La tesis de Romer, es que para superar esa fase más que el famoso New Deal, el aporte principal provino del flujo financiero que atrajo los Estados Unidos a medida que se acercaba el drama del segundo conflicto mundial. Es la razón por la que desde la gran potencia global se intentan canalizar los capitales financieros internacionales hacia los paraísos fiscales del área anglo-sajona. Hasta hace poco, en efecto, los Estados Unidos encabezaba el ranking de los paraísos fiscales, gracias a las facilidades ofrecidas por estados como Nevada, Delaware y Wyoming a la hora de contar con un sistema muy discreto y sin controles, que asegura el secreto bancario y el anonimato en las firmas empresariales. La city de Londres es otro refugio fiscal, como los son algunas de las islas bajo soberanía británica. A su vez, por ley los abogados norteamericanos no pueden revelar nombres de clientes, motivo por el cual un ejército de legales figura como directivos de empresas más o menos fantasmas.

El tema que en el fondo se pretende instalar, no es la eliminación de todos los paraísos discales, sino los de ciertos lugares del mundo. El golpe asestado contra Panamá tendrá sus repercusiones, así como las tuvieron las presiones para franquear el secreto bancario de Suiza. Es, además, bastante claro que la promoción del Tratado Transatlántico de Libre Comercio (TTIP) es parte de esta reorganización. Así como las sanciones aplicadas hasta el momento, por diferentes razones aparentemente políticas, son a fin de cuenta funcionales para dicha estrategia. No es casualidad, que las filtraciones han golpeado hasta el momento a adversarios de la Casa Blanca, como Putin (que, en realidad, no tiene ninguna cuenta ni firma a su nombre, sino que las tienen sus amigos) o Assad, y también a aliados como forma de advertencia.

Que los oligarcas rusos pudieran frecuentar los paraísos fiscales a esta altura no suscita asombro alguno. Como tampoco nadie puede asombrarse que los rusos hayan tratado de evadir las sanciones internacionales. Que lo haya hecho el entorno del presidente de Siria, Bachar al Assad, era casi inevitable considerando el cerco que se cerró sobre su Gobierno. Por otro lado, no deja de llamar la atención que mientras en el Reino Unido estallaba el escándalo por las cuentas del padre del primer ministro David Cameron, las portadas de los diarios nacionales se ocuparon de reproducir las fotos de Putin, que no posee cuentas.
La gran ausencia de estadounidenses en los Panama papers, ha comenzado a llamar la atención de varios medios. Desde la versión digital de la BBC al porteño Infobae. Algunas explicaciones son interesantes, como la que alega que "no se han podido leer todos los documentos". Explicación un tanto ingenua, parece dudoso que, sin embargo, justo aparecieron los documentos de los amigos de Putin. Otra sostiene que hace tiempo que los norteamericanos no usan Panamá como refugio fiscal. La pregunta es ¿hace cuánto tiempo? Porque resulta difícil pensar que no lo hicieran en el pasado, puesto que los papales abarcan los últimos 40 años.  

Las dudas, y algunos cabo atados, comenzaron a señalar algo de las bambalinas de este nuevo entuerto. Wikileaks señaló directamente que USAID y Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) han financiado lo que parece ser cada vez más un operativo. No era una especulación. La confirmación llegó el jueves pasado del segundo vocero del Departamento de Estado norteamericano, Mark Toner, quien dijo que los periodistas recibían financiamiento de varias fuentes, incluido el Gobierno de Estados Unidos. Y aclaró que USAID figura entre las fuentes de financiación y, por si fuera necesario, justificó que no fue para perseguir objetivos sino para garantizar la independencia de la investigación.


Una independencia acerca de la cual dudar comienza a ser un deber.

No hay comentarios:

Publicar un comentario