jueves, 22 de noviembre de 2012

Una tregua no es la paz

Una tregua no es la paz, aunque es mejor que el enfrentamiento armado. Había que evitar un ulterior baño de sangre que exalta a los fanáticos y sólo siembre más odio entre palestinos e israelíes. Pero se sostiene precariamente el cese de las hostilidades entre las fuerzas armadas de Israel y los milicianos de Hamas que ocupan la Franja de Gaza.
La primera consideración que cabe realizar es que queda claro que hay dos palestinas: los territorios de Cis-Jordania bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina y la Franja de Gaza. ¿Supone eso que cualquier solución del conflicto palestino israelí deberá prever la convivencia en un mismo territorio de tres Estados y no dos?
El escenario presenta más complejidades, porque otros factores influyen en este momento en Medio Oriente. Egipto trata de desarrollar su rol de eje diplomático y político del mundo árabe. El presidente Morsi, exponente de los Hermanos Musulmanes, grupo que ha adquirido un rol clave a partir de la primavera árabe, esgrime una postura firme con Israel, pero bastante más moderada que en el pasado.
Su objetivo es acotar, por un lado, los intentos de Irán de adquirir peso político y expandir su influencian la región (cabe recordar que los misiles lanzados por Hamas eran en gran parte de fabricación iraní), por otro tiene que evitar que el régimen de Teherán sea remplazado por el emirato de Qatar, dominado por el radicalismo salafita, enemigo declarado de Irán por cuestiones religiosas.
Los salafitas han avanzado políticamente en varios países de la región, ayudados por los abundantes recursos financieros que les proveen gas y petróleo. Han financiado y apoyado el derrocamiento del régimen de Kadhafi en Libia y sucesivamente el de Siria, el más importante aliado de Irán entre los países árabes. La crisis siria está teniendo sus coletazos también en el cercano Líbano.
Se habla de un próximo informe de la agencia de la ONU para la energía atómica (AIEA), según el cual Irán estaría cerca de alcanzar resultados militares en su programa nuclear. Un temor que tiene su peso en la próxima cita electoral en Israel, pues apoya las posturas de los sectores partidarios de liquidar militarmente la cuestión del programa nuclear iraní. 
Es un escenario de tensión, en el que pueden producirse nuevos estallidos cuyas consecuencias no son fáciles de prever. En realidad, más que el mentado “choque de civilizaciones”, concepto que cada vez más demuestra su construcción artificial, estamos en presencia de un proceso interno en el mundo islámico, entre sectores fundamentalistas de matriz chiita y sunitas, como los salafitas de Qatar y Arabia Saudita. Este enfrentamiento produce nuevos actores que participan del nunca resuelto conflicto entre palestinos e israelíes.
El tema de fondo es encontrar una fórmula que permita la convivencia entre estos dos pueblos. Hasta que ésta no aparezca, la sangre derramada es tanta que sólo tendremos treguas más o menos largas, pero no la paz.

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