No hubo cambios sustanciales en el conteo de bancas del Congreso, aunque sí hubo señales políticas para todos.
El análisis fino de los resultados de estas elecciones habrá que hacerlo con los números definitivos. La relación de fuerzas en el Congreso, que es el objetivo de las elecciones de medio término, no ha cambiado en la sustancia, ya que el oficialismo y sus aliados siguen manteniendo mayoría propia, aunque más ajustada que antes. Sobre la base de la proyección a nivel nacional, sólo se puede sacar la conclusión de que el Frente para la Victoria incluso aumenta el número de bancas, al tiempo que sus adversarios políticos consolidan sus posiciones.
Nos parece francamente sesgado afirmar, como titula algún medio, que el setenta por ciento de los argentinos no votó por el kirchnerismo. Del mismo modo, habría que señalar que un porcentaje parecido en la Capital Federal votó en contra de Mauricio Macri y que en Santa Fe un porcentaje parecido lo hizo en contra del socialismo de Hermes Binner. Lo cual, no parece atinado.
Sin duda, en casa oficialista se estará tomando nota de los reveses sufridos en los principales distritos del país, los más poblados, a manos del ex presidente Julio Cobos, en Mendoza, de Juan Schiaretti en Córdoba, del socialismo en Santa Fe, de Mauricio Macri en Capital Federal y, en especial, del ex Jefe de Gabinete Sergio Massa en la provincia de Buenos Aires.
El amplio triunfo de Massa en un bastión del peronismo como es la provincia más poblada del país, tiene algunas connotaciones relevantes: fue logrado por alguien que perteneció al oficialismo cubriendo un importante cargo de gobierno. Lo cual confirma que hay un desgaste interno del proprio kirchnerismo que debería ser analizado a fondo, porque no se encuentran distinciones ideológicas de peso entre el discurso del gobierno nacional y el de Massa. Todo parece centrarse más bien sobre cuestiones de imagen y de confianza que, evidentemente, Massa está logrando generar o que el kirchnerismo no está logrando mejorar. Y eso parece indicar que una autocrítica interna en el FpV a esta altura sería saludable en la perspectiva de los próximos dos años de mandato.
Los triunfos en los demás distritos, donde por otro lado el oficialismo ha padecido siempre grandes dificultades para afirmarse, son importantes, particularmente el hecho de que en la Capital Federal el oficialista Daniel Filmus no haya podido confirmar su banca de senador, pero de ahí a proyectar esos triunfos como proyectos nacionales corre un trecho largo. Ninguna de estas propuestas parece tener la consistencia electoral necesaria para confirmar esas aspiraciones, de aquí a 2015.
Para quien escribe, desde el kirchnerismo, se sigue haciendo una lectura de la realidad opositora en clave de su fragmentación. También este razonamiento peca de cierto chicaneo político. Un frente opositor único se justificaría en situaciones de graves amenazas contra las libertades fundamentales, algo que los comicios de ayer, transcurridos en tranquilidad desmiente una vez más. Por lo tanto, no parece muy lógico pretender unir proyectos como el socialismo de cuño santafesino con la propuesta del Pro de Macri, así como nadie se espera ver en el mismo estrado al peronista Francisco De Narváez con Elisa Carrió y Pino Solanas o Margarita Stolbizer.
Nuestro sistema político no apunta a la polarización entre dos grandes coaliciones, por lo que estas diferencias son algo natural. Más bien, cabe destacar la peculiaridad de un espectro político caracterizado por la fragmentación de un mismo partido, el peronismo, cuya interna sigue siendo el elemento determinante de la actualidad política nacional.
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