miércoles, 12 de diciembre de 2012

Venezuela en vilo

Todo el país está pendiente, y no es para menos, de la evolución de la salud Hugo Chávez. El sorpresivo anuncio de una recaída de su enfermedad, su regreso a Cuba para someterse ayer a una nueva intervención quirúrgica, que parece haber sido exitosa, la indicación de un eventual sucesor suyo en la persona del canciller Nicolás Maduro han sacudido, además de la gente, el espectro político.
La pregunta acerca de la evolución de la salud del presidente, que en enero debería asumir su cuarto mandado, luego de la victoria electoral en octubre, es obligatoria.
Venezuela es un país clave de la región latinoamericana. Es el único que integra la organización de los productores de crudo, la OPEP, y esgrime reservas que son consideradas entre las más grandes del mundo. Tan importante es su crudo que, pese a las rencillas políticas que han tensado y mucho las relaciones entre Venezuela y los Estados Unidos, las diferentes administraciones de la Casa Blanca nunca han cesado de abastecerse del petróleo del país sudamericano. La reciente inclusión de Venezuela en el Mercosur, su apoyo concreto a las economías de Argentina, Uruguay, Bolivia y, en especial, Cuba las relaciones con los demás países andinos, incluso el diálogo reabierto con el gobierno de Colombia, hacen de este país un socio importante. Preguntarse cuál será su política exterior, en caso de que sea necesaria la asunción de poderes de un sucesor, es por lo tanto obligatorio.
También hay que preguntarse acerca de la continuidad del chavismo en Venezuela. Ante la incógnita acerca del futuro, pues pocos se animan a realizar previsiones por ser el escenario muy incierto, se pueden indicar algunas cuestiones. Una es la transformación interna que ha significado Chávez en más de diez años. Hasta la oposición reconoce el cambio inclusivo del modelo económico, ante el cual, durante la campaña electoral, habló de hacerlo más eficiente. El gobierno de Caracas tuvo que pelear duramente con una mentalidad instalada durante cuarenta años de democracia corrupta que había acostumbrado a la dádiva en perjuicio de una cultura del trabajo.
Industrializar un país, llevarlo al desarrollo lleva tiempo y se hace con los recursos humanos disponibles.
Igualmente, el mayor desafío del chavismo es pasar de un modelo hegemónico por polarización a otro basado más en el consenso y en la ampliación de su base popular. El tipo de cambio puesto en marcha es bastante más profundo que la gestión realizada desde el gobierno. Quizás, éste es un mensaje que hoy el chavismo necesita instalar en la opinión pública, precisamente para no quedar atrapada en el polarismo. Otro desafío, como siempre sucede ante los fuertes liderazgos, es lograr pasar del personalismo a la conducción de un grupo. En este sentido, los ejemplos de Uruguay y Brasil de un poder construido y consolidado desde un liderazgo grupal son quizás los más acabados. En Brasil, durante la última campaña electoral municipal, el PT logró un amplio triunfo pese al sacudón de la condena por corrupción de su vieja cúpula.
Un ejemplo de renovación de un grupo de conducción y de capacidad de superar los liderazgos personales, pese a contar con figuras indudablemente fuertes como los son tanto el ex presidente Lula da Silva como la actual Dilma Roussef.
El 16 de diciembre en Venezuela habrá elecciones de gobernadores y de legisladores. En abril se completará el ciclo electoral con las elecciones municipales. Serán un nuevo banco de prueba del chavismo ante la eventualidad de tener que continuar sin su líder fundador.

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