A más de un mes de las elecciones de febrero, no se avizora la posibilidad de formar una mayoría que gobierne un país virtualmente dividido, políticamente, en tercios. Mientras el país espera reformar su costoso sistema institucional, la crisis avanza provocando recesión y desempleo.
A más de un mes de las últimas elecciones, convocadas luego de que fuera puesto en minoría el gobierno liderado por el economista Mario Monti, Italia todavía no dispone de un nuevo Ejecutivo. Los resultados electorales, fuertemente condicionados por un sistema que el mismo inventor, un legislador de la coalición de centro derecha conducida por el multimillonario Silvio Berlusconi, definió como una “chanchada”, los últimos comicios determinaron una virtual división en tercios. Y sin que se pudiera formar en el Parlamento una mayoría estable que asegure la gobernabilidad.
El sistema italiano, hay que recordarlo, es parlamentario, es decir, la elección del Jefe de gobierno, es indirecta. El Presidente de la República, que no integra el Ejecutivo, sino que es una figura “super partes”, designa al Jefe de gobierno luego de consultar a todas las fuerzas políticas una vez llevado a cabo el proceso electoral. Quien reciba este mandato, deberá a su vez verificar la posibilidad de conformar un gobierno en las dos Cámaras presentando un programa de acción que deberá recibir el “voto de confianza”, sin el cual la praxis es que debe presentar su renuncia.
El laberinto político italiano registra una situación muy compleja. Las posibilidades para lograr un Ejecutivo son pocas: o una amplia coalición, o un gobierno formado por una minoría pero apoyado externamente por el voto acordado entre una coalición más amplia. El problema es la antítesis ideológicas que existe entre centro derecha, que para muchos simboliza el pensamiento neoliberal acompañado por la decadencia y la corrupción manifestada por su líder, Silvio Berlusconi, y el progresismo de la centro izquierda. En las elecciones disputadas en febrero, surgió una nueva agrupación que sorprendió a los italianos logrando prácticamente el 25% de los votos, el Movimiento de las 5 Estrellas (M5E). Por afinidades ideológicas, debería ser natural una alianza entre centro izquierda y el M5E, M5E, liderado por un ex cómico de la televisión, Beppe Grillo.
Sin embargo, Grillo mantiene una dura postura anti sistema, con críticas a todos los partidos, incluido el PD, acusado de corrupción y de haber transado a cambio de poder a lo largo de estas décadas, incluso con la centro derecha. Más allá de su intransigencia, no le faltan razones a Grillo. Los grupos de centro, por su parte, han quedado con una consistencia marginal que impide ser decisivos para conformar una mayoría, luego de años en los que han oscilado aliándose con la derecha como con la izquierda.
El Presidente de la República, ha encargado al líder del Partido Democrático (en gran parte ex comunistas y ex socialistas), Pier Luigi Bersani, verificar la posibilidad de conformar un gobierno, siendo ésta la primera minoría en el Parlamento. Sin embargo, los números no cierran. Silvio Berlusconi, reclama participar de Ejecutivo de amplia mayoría, solución que es rechazada por gran parte de la centro izquierda, como emblema de una claudicación de principios. Sólo en caso de que tal inclusión permitiera avanzar para dirimir el clamoroso conflicto de intereses de Berlusconi, dueño de gran parte del sistema televisivo italiano y, a la vez, referente político, además de permitir modificar la ley electoral, se podría verificar la inclusión de la centro derecha en el gobierno. Pero una solución de este tipo parece muy difícil, sobre todo por el costo político que pagaría el PD si tuviera que confiar en el voto de Berlusconi para reformar el sistema institucional italiano, proceso que se señala como necesario.
El M5E ha rechazado sistemáticamente aliarse con el PD y sólo lo haría si hubiera garantías de transparencia y voluntad de reformar radicalmente el sistema político italiano. Una posición principista que se comprende sólo si se tiene en cuenta de la fuerte infiltración mafiosa en el Parlamento, transversal a todos los partidos, con decenas de legisladores son investigados y procesados e, incluso, condenados por la justicia.
Bersani tiene tiempo hasta mañana para lograr un Ejecutivo. De fracasar en el intento, la alternativa es volver a las urnas en octubre, mientras el país sería gobernado interinamente por el dimisionario gobierno de Mario Monti. Una eventualidad que contrasta con la grave crisis que está poniendo en jaque a una de las más fuertes economías del mundo. Los números hablan de una recesión que se consolida y el desempleo que avanza, sobre todo entre los jóvenes.
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