lunes, 28 de mayo de 2012

La crescita economica non è sufficiente

Il Perú registra una delle maggiori crescite macroeconomiche della regione sudamericana. Ma insieme alle opportunità sorgono i conflitti. Qui come altrove l'incognita è come crescere e a che prezzo

I numeri macroeconomici non riescono mai a riassumere la realtà di un Paese, anche quando sono quelli del Perù, con una crescita ormai da anni intorno al 7-8 per cento del prodotto interno lordo. Per l’ex ministro cileno Enrique Correa: «Perù e Colombia sono senz’altro i due fenomeni economici di rilievo del Sudamerica».
Gli eccellenti prezzi dei metalli, soprattutto l’oro, che attraggono investimenti, sono parte del boom che abbraccia l’industria edilizia, l’agricoltura e il commercio. «Il problema è che si tratta di un’ industria mineraria che funziona con un criterio meramente estrattivo», mi spiega César Guzmán Barrón del Centro di analisi e risoluzione di conflitti dell’università Cattolica di Lima. Cosa resta nel Paese di questa attività, quali industrie collaterali vengono sviluppate? E, la grande domanda, quali sono gli effetti sull’ambiente?
Sono questi i temi sui quali i diversi centri di risoluzione dei conflitti sono chiamati a intervenire. L’ultimo in ordine cronologico, il conflitto scoppiato nella zona di Espinar, nella provincia di Cusco, che ha già prodotto due morti e decine di feriti durante gli scontri tra polizia e manifestanti, e che in questi giorni occupa le prime pagine dei tg del Perù. Gli abitanti della zona protestano per l’inquinamento dell’acqua, che attribuiscono all’attività mineraria della Xstras, mentre l’azienda sostiene che tale contaminazione abbia cause naturali e sia legata alle zone vulcaniche a monte dei corsi d’acqua.
Ma la situazione nel Perù non è l’unica. In Argentina, Bolivia, Brasile, i prezzi internazionali stanno rendendo molto conveniente questo tipo di attività. Ovunque sorgono megaminiere che hanno un forte impatto ambientale a causa dell’uso di sostanze tossiche ed enormi quantità di acqua vengono sottratte all’attività agricola. Per il geologo argentino Carlos Seara, specialista in idrogeologia, per definizione la megamineria non è di per sé sostenibile e produce un impatto ambientale negativo.
Gli fa eco Enrique Martínez, ex presidente dell’Istituto nazionale di tecnologia industriale dell’Argentina, il quale sostiene: «Chi ha detto che un’attività mineraria deve estrarre tutto il prodotto in dieci anni? E se lo facesse in 30, con un impatto ragionevole sull’ambiente? Perché non negoziare che una parte degli utili sia reinvestita nel Paese ricettore dell’investimento? Perché non creare, ad esempio, industrie del disegno e della produzione di gioielli insieme all’estrazione di metalli preziosi?».
Sono i dilemmi che affrontano in questi mesi i governi, le forze politiche e la società civile in vari Paesi del Sudamerica. Va bene crescere, ma a quale prezzo? Come evitare che una volta cambiati i prezzi internazionali si torni alla depressione economica, in più con il problema di un inquinamento ambientale che può produrre effetti negativi nei prossimi decenni? «Cerchiamo prima di tutto di stabilire criteri di dialogo quando interveniamo in un conflitto. È quello che manca. Un dialogo obiettivo, che analizzi i dati scientificamente, in modo da fare chiarezza. E poi ascoltarsi, le parti prima di tutto devono ascoltarsi. Abbiamo ottenuto risultati dove si è partiti da questa premessa», mi spiega Barrón.
Un punto di partenza che può ottenere grandi risultati in un Perù che torna a guardare con speranza e con orgoglio il suo presente.
 

jueves, 24 de mayo de 2012

Tiempos difíciles para Piñera

Aunque los números macroeconómicos se diría que dan bien, la opinión pública chilena descree de la gestión de gobierno de su presidente.  Para el chileno Enrique Correa, ex ministro del gobierno de Patricio Aylwin, la paradoja de la gestión del actual presidente de su país, Sebastián Piñera, es que si bien los números económicos le dan muy bien, cerca del 70 por ciento de la ciudadanía no cree ni en él ni en su ejecutivo.
Si bien Chile puede esgrimir la creación de 700.000 puestos de trabajo, un crecimiento de PBI del 6 por ciento y un desempleo del 6,6 por ciento, para la opinión de la mayoría de los chileno eso no es suficiente: con la sensación de lentitud en dar respuestas contundentes a las demandas de la clase media, entre ellas, la de facilitar el acceso a los estudios superiores, hoy muy caros.
En su mensaje al Congreso reunido en Valparaíso, Piñera pidió disculpas por los errores cometidos. Fuera del Congreso, unos diez mil estudiantes, trabajadores y docentes manifestaban a favor de un cambio radical en el modelo educativo. La manifestación derivó en choques con la policía, con destrozos, algunos heridos y personas detenidas.
Para Correa, lo que acontece en Chile es el epílogo de los últimos veinte años de vida del País, en los cuales se respetaron pactos sociales (crecimiento, bienestar y democracia) que, sin embargo, hoy han sido rotos y necesitan, por lo tanto, una reformulación. "Las demandas actuales, no son de los sectores pobres, sino de la clase media", que representa hoy el 70 por ciento de la población.
Garantías de mantenimiento del poder adquisitivo conseguido, mejores perspectivas en materia educativa, sobre todo en cuanto al acceso a la universidad figuran entre los grandes reclamos a los que el gobierno de Piñera no parece estar en condiciones de asegurar respuestas creíbles.
En efecto, si bien en las encuestas la Concertación, la alianza opositora de centroizquierda que gobernó en Chile los primeros veinte años desde el fin de la dictadura de Pinochet, reuniría en este momento un 20 por ciento de preferencias, la ex presidente Michelle Bachelet todavía cosecha entre el 70 y el 80 por ciento de aprobación. "Si ella decide presentarse, será la presidenta del país", concluye Correa.

domingo, 20 de mayo de 2012

Nuevo escenario político en Francia


Como escribe acertadamente el periodista parisino Jean Michel Merlin, “serán las elecciones legislativas de junio a dar al país un nuevo rostro político”. En efecto, si bien el socialista Francois Hollande ha resultado ser el ganador de las elecciones presidenciales, el electorado francés dista mucho de haber decidido respaldar masivamente su orientación ideológica. El triunfo de Hollande ha sido claro, pero no se lo puede definir como contundente: 51,7 por ciento de los votos, algo más de tres puntos por encima de las preferencias cosechadas por su rival, Nicolas Sarkozy, en un fin de semana electoral que registró una muy buena concurrencia, puesto que más del 80 por ciento de los votantes fue a las urnas.

Esperando la “tercera vuelta”

Un repaso de los resultados de la primera vuelta de estas elecciones presidenciales da una idea de reparto de las preferencias entre los candidatos: Hollande consiguió el 28,6 por ciento de los votos, el saliente presidente Sarkozy llegó en cambio al 27 por ciento con su propuesta de derecha, al tiempo que la verdadera sorpresa fue el respaldo cosechado por la extrema derecha representada por Marine Le Pen (la hija de Jean-Marie, conocidos por sus posturas xenófobas), con un inesperado 18 por ciento de las preferencias. El Frente de izquierda-partido comunista de Jean-Louis Mélechon, por su parte, no fue más allá del 11 por ciento, mientras que el centrista Francois Bayrou apenas superó el 9 por ciento.
Falta a este punto la “tercera vuelta”, como algunas figuras de la derecha han definido las próximas elecciones legislativas que, en junio, definirán la composición del Parlamento galo. El flamante presidente, por lo tanto, casi no tendrá tiempo para enfrentar ese nuevo compromiso y, al mismo tiempo, dar los primeros pasos como Jefe de Estado de esta tradicional potencia occidental. Sus márgenes de maniobra política se verán acotados, acaso sobre todo por los sectores más extremos, tanto de la derecha como de la izquierda (Le Pen y Mélechon), quienes posiblemente apuntarán sus dardos contra la moderación que Hollande supo manifestar a lo largo de su inteligente campaña electoral.

Algo más que estilos diferentes

La pregunta clave es cómo se llegó a este resultado. Una de las críticas más frecuentes dirigida a la gestión de Nicolas Sarokozy ha sido la de haber gobernado para los ricos, los industriales, los poderosos. De esto parecen estar convencidos los sectores de clase media y baja. Son precisamente esos sectores de la población que, en estos años, no han visto grandes mejoras al problema del desempleo. Éste se acentúa particularmente en las grandes periferias habitadas por los descendientes de segunda y tercera generación de los inmigrantes de las ex colonias francesas del norte y del centro de África, donde en 2005 estallaron violentos disturbios, comenzando por los suburbios parisinos. “Nos sentimos despreciados por Sarkozy”, comentaba un habitante de la periferia de París recordando la arrogancia con la que el ex presidente se dirigió a menudo hacia la clase media. Una actitud que el ex presidente intentó moderar con gestos algo torpes, como cuando fue filmado quitándose un costoso reloj antes de saludar a gente común por la calle. Sin embargo, se fue afirmando la convicción de que se trataba de gestos pour la galerie. El verdadero Sarkozy volvía a aparecer en seguida. Como cuando, para congraciarse a la extrema derecha, el primero de mayo opuso la celebración de la fiesta de los “verdaderos trabajadores” a la que tradicionalmente protagonizaban los sindicatos.
Por otro lado, durante su gestión Sarkozy centralizó en sus manos el poder en un híperactivismo que, en los primeros meses de su mandato, hasta pareció una forma de sobreactuación. De este modo, el rol del primer ministro quedó desdibujado, terminando por ser un mero ejecutor de sus órdenes. Más grave aún fue haber transformado el parlamento en una escribanía que sólo tenía que ratificar sus decisiones.
En el balotaje, poco más de la mitad de los votantes ha rechazado claramente estos errores. Tanto es así que, en la noche de los festejos, el eslogan no fue “Hollande presidente” sino “Sarkozy, se terminó”. La muchedumbre esperó al primer mandatario electo con banderas no sólo francesas, sino europeas, belgas, italianas, tunecinas en una muestra de amplitud de visiones y de actitud inclusiva.
Tomando distancia de su ex rival, Hollande manifestó por lo tanto la intención de ser el presidente de todos los franceses. Agradeció el apoyo de los centristas representados por Bayrou, y prometió que el primer ministro gobernaría efectivamente. Se comprometió sobre dos demandas muy populares y claves: la justicia y los jóvenes. “La justicia dispondrá de todas las garantías para ser independiente”, y a los jóvenes prometió todo los esfuerzos para que tengan un porvenir y las mismas posibilidades, sin distinción de raza, religión o procedencia, dijo en el día de su asunción. En otro orden, aseguró su compromiso ante la tremenda crisis que azota a la Unión Europea con medidas que no se limiten al rigor fiscal, sino que apunten al crecimiento y a la generación de empleo con una mirada especialmente dirigida a las nuevas generaciones. “Fijaré mis prioridades, pero no decidiré todo, por todo y para todo”, declaró en su discurso de investidura, tomando una vez más distancia del hiperpresidencialismo de la gestión anterior.

Francia y el mundo

Sin duda, durante estos años Francia ha ejercido un creciente rol de liderazgo en Europa. Sarkozy supo aprovechar el alineamiento británico con la política de la Casa Blanca y la nula simpatía por el euro, estableciendo un eje Berlín – París que ha cobrado particular relevancia a partir del último año, cuando la crisis financiera ha estallado en el Viejo Continente, obligando a la zona del euro a redefinir estrategias comunes más decididas para hacer frente al descalabro griego, y a la alerta roja proveniente de las economías, española, italiana y portuguesa (el grupo fue bautizado con el acrónimo PIGS, por las iniciales de estos países en inglés).
Pero la necesidad de demostrar que el de Francia era un gobierno fuerte ha provocado también otro cambio sustancial de la política exterior gala. Luego de años de cierta pasividad, en los que Estados Unidos y Reino Unido desplegaron un gran poder de iniciativa en África, continente en el que Francia tiene importantes intereses políticos y comerciales con sus ex colonias. Londres y Washington tenían un plan que consistía directamente en ir expulsando a los franceses de la región. La jugada más lograda en este sentido fue el derrocamiento, en 1998, del dictador del entonces Zaire (hoy República Democrática de Congo), Mobutu Sese Seko a manos de Laurent Desiré Kabila. Ese plan, nombre en código: “herradura”, fue ejecutado sin contemplaciones. Cabe recordar que el conflicto, que sigue todavía, produjo varios millones de muertes y el desmembramiento de facto de Congo. En el intento de defender a Mobutu, París recurrió a mercenarios serbios y bosnios, acusados de crímenes de guerra cometidos en el conflicto de la ex Yugoslavia. Lo cual le valió al gobierno francés un embarazoso escándalo (1). También se puede leer en este sentido la desestabilización sucesiva de otros países, en especial, Costa de Marfil.
Más recientemente, en África apareció otro competidor de relieve: China. Sarkozy supo aprovechar a su favor la rivalidad entre Estados Unidos y China, aliándose contra el “adversario” común asiático con Washington y Londres. Dos hechos marcan esta decisión: el regreso de los franceses en el mando operativo de la OTAN, y el conflicto desencadenado en Libia.
Desde la presidencia de Charles De Gaulle, París había dejado de integrar el mando operativo de la OTAN. Para el viejo presidente ningún soldado francés debería recibiría órdenes de alguien de otro país. Sarkozy modificó esta línea en 2009. La Casa Blanca, estaba decidida a frenar el avance chino en África, donde la potencia asiática está tratando hacer negocios con los países productores de petróleo, entre ellos Libia, en aplicación de una política destinada a limitar los esfuerzos de China de multiplicar sus fuentes de abastecimiento de crudo, sin el cual no le será posible mantener los altos niveles de crecimiento económico. Por su parte Sarkozy quería desplazar a las empresas italianas, con las que el líder libio Muhammar Khadafi tuvo un trato preferencial gracias al vínculo amistoso con el primer ministro italiano Silvio Berlusconi. Esta coincidencia entre París y la Casa Blanca explica el rol particularmente activo de Sarkozy en oportunidad de la intervención militar en Libia, teóricamente para proteger a la población civil, en la realidad, al lado de los insurgentes. En efecto, meses antes de que en Libia estallara la revuelta, se registró una fuerte presencia de elementos de inteligencia de varios países, y también franceses. Éstos fueron preparando los escenarios que luego por intermedio de una oportuna maquinaria mediática fueron presentados como la salvaje represión por parte del régimen de Khadafi. Entre los elementos contratados para hacer estallar la revuelta, curiosamente, figura el Grupo Islámico Combatiente de Libia. Una organización, paradojalmente, vinculada a Al Qaeda, que en la página web del ministerio del interior británico figura como proscripta en ese país, mientras que en la página del Departamento de Estado de los Estados Unidos, sigue figurando como grupo terrorista (2). Por lo visto, cuando se trata de intereses comerciales, es fácil para ciertos gobiernos taparse la nariz y negociar con quien sea. Hoy inútilmente Amnistía Internacional señala que en Libia se sigue torturando y ejecutando a adversarios.
La cuestión es que si bien Francia recuperó un papel de liderazgo en el plano internacional, no todos estos episodios han reportado ventajas claves, ni pueden ser esgrimidos con orgullo, al punto tal que no constituyeron un punto fuerte durante la pasada gestión de Sarkozy.

Las cuentas de Francia

Monsieur le president tendrá además una situación económica complicada, como cualquier país europeo en este momento, ya que la crisis financiera parece avanzar en modo imparable. En las semanas venideras se jugará el futuro de Grecia, sacudida y al borde de la bancarrota si no se pagan unos 30.000 millones de euros antes de fines de junio. Para el economista italiano Alberto Bagnai “Francia tiene un importante problema de competitividad que se traduce en un creciente endeudamiento externo (...), por lo que deberá recurrir a la ‘devaluación interna’: remover garantías sindicales, reducción de salarios, etc.” (3). Para este experto, a partir de 2005 Francia comenzó a endeudarse. Entre 2007 y 2001 la deuda publica creció en 22 puntos porcentuales del Producto Bruto Interno (PBI), del que hoy representa el 86 por ciento. Por este motivo el país “está a la vigilia de una crisis en todo similar a la de los demás países periféricos de la Eurozona: crisis de balanza de pagos inducida por una reducción del ahorro privado, agravada por una reducción del ahorro público” (4). La diferencia entre Francia y Grecia, en este caso, sería sólo cuantitativa y no cualitativa.
En un contexto tan adverso, ¿podrá Holland cumplir con su programa electoral? La pregunta no es superflua. En España Mariano Rajoy asumió la conducción del gobierno convencido de poder dominar la situación, para luego comprobar que se trata de una tarea sumamente compleja. En su ejecutivo circulan voces de posibles elecciones anticipadas antes de fin de año. Voces acaso exageradas, pero que hablan claro de la complejidad y delicadeza de la situación. Holland ha enfrentado su campaña electoral criticando el severo ajuste al que han sido sometidas las economías europeas, sin que la gente pudiera vislumbrar una perspectiva esperanzadora. Cualquiera está dispuesto a hacer sacrificios, siempre y cuando pueda vislumbrar una luz al final del túnel. Los cambios estructurales, el recorte del gasto público, los recortes de salarios, la ulterior precarización de los contratos de trabajo, hasta el momento han acentuado la recesión en toda Europa con la sola excepción de Alemania. Sin embargo, el partido de la canciller Angela Merkel recibió en mayo un castigo importante en la región de Renania – Westfalia, la más poblada del país y es difícil no ver en este resultado el rechazo a su férrea defensa de la política de ajuste.
En estas escasas semanas, Hollande deberá cuidar el caudal electoral conseguido, posiblemente ampliarlo si quiere disponer de un mayor apoyo en el Parlamento, pero esto compatiblemente con la situación económica adversa. Su primer gesto, una vez asumido el mando presidencial, ha sido la de visitar a la vecina Alemania, dando una clara señal de continuidad en el eje París – Berlín que hoy lidera la Unión Europea. Tanto él como su par alemana deberán dar prueba de saber capitanear el barco en el mar embravecido. Si lo logran, Europa, habrá encontrado los líderes que le hacen falta.


Notas:
(1) El operativo fue conocido bajo el nombre en código: “araña”. Cfr. El sito web sobre los Balcanes: Notizie Est, whttp://www.bulgaria-italia.com/notizie-est/article3e97.asp y también http://www.bulgaria-italia.com/notizie-est/article4e6b.asp

(2) Cfr. Sitio web del Departamento de Estado: http://www.state.gov/j/ct/rls/other/des/123085.htm 
La sigla del grupo está obviamente en inglés Libyan Islamic Fighting Group (LIFG). En cambio, el sitio web del ministerio del interior británico, cfr. http://www.homeoffice.gov.uk/publications/counter-terrorism/proscribed-terrorgroups/proscribed-groups?view=Binary, ofrece también un resumen sobre el grupo: “Libyan Islamic Fighting Group (LIFG) The LIFG seeks to replace the current Libyan regime with a hard-line Islamic state. The group is also part of the wider global Islamist extremist movement, as inspired by Al Qa’ida. The group has mounted several operations inside Libya, including a 1996 attempt to assassinate Mu’ammar Qadhafi”.

(3) Cfr. Bagnai: perché Hollande sará costretto a tradire gli elettori, en: www.libreidee.org

(4) Ibid.


martes, 1 de mayo de 2012

Una vez más... especulaciones

Uno de los dos precios de referencia del petróleo en los mercados mundiales, el del Brent, entre 2011 y 2012, en seis meses pasó de casi 100 dólares el barril a más de 126 dólares, más del 25 % Pero desde 2009, cuando el precio era de 30 dólares el barril, a marzo pasado el valor se multiplicó por cuatro.
¿Cómo explicar que se haya disparado tanto? Mientras el costo del crudo pegaba ese salto, sin embargo, la demanda global de petróleo tuvo una caída. Para la International Energy Agency (IEA), en efecto, si bien la oferta de petróleo mundial creció en 1,3 millones de barriles diarios en los últimos tres meses de 2011, la demanda en ese lapso aumentó en más de la la mitad de ese incremento.
Por otro lado, la crisis financiera global está provocando una baja del consumo de combustibles. En los Estados Unidos hubo una contracción del 8% y en Europa el consumo se redujo el 22%; hasta en China y Japón se registra una caída. En este contexto, hay que considerar que incluso los nuevos descubrimientos de yacimientos junto al tan esperado aumento de la capacidad productiva de Iraq (que se redujo notablemente a partir de la invasión de los Estados Unidos en marzo de 2003) deberían haber actuado en forma combinada para contener el precio del crudo y no dispararlo en modo tan abrupto.
En un trabajo publicado en Global Research, F. William Engdahl1 sostiene que las dos explicaciones que se suelen dar para este aumento –el haberse alcanzado el pico global de producción de crudo a partir del cual se habría agotado la mitad de las reservas conocidas, y el peligro de una guerra inminente entre Estados Unidos, Irán e Israel– están “fuera de lugar”. El petróleo, explica Engdahl con un razonamiento que no suele aparecer demasiado en el mainstream de los medios de comunicación, “es cada vez más caro debido a las presiones especulativas sobre los mercados realizadas con los hedge found o por grandes institutos bancarios, como Citigroup, J.P. Morgan Chase y, más que cualquier otro, Goldman Sachs... Reciben de hecho una generosa colaboración de la agencia gubernamental estadounidense que tiene la función de reglamentar los derivados financieros, la Commodity Futures Trading Corporation (CFTC)”.
Vuelve a aparecer el nombre Goldman Sachs, del que recordamos la corresponsabilidad en el descalabro financiero de Grecia, cuando maquilló las cuentas públicas de este país ocultando a las autoridades de la Unión Europea el real estado de esa economía.
Desde que Goldman Sachs adquirió J. Aron & Co., una comercializadora de commodities, el mercado del crudo pasó de las manos de productores y compradores para quedar en las manos de los titulares de los fondos especulativos que hoy actúan controlando el 80% del mercado energético mundial. Estas instituciones suelen apostar sobre el precio a futuro (30, 60 o 90 días) del crudo.
Las especulaciones prácticamente no tienen límites e incluso, burlan los controles. Engdahl explica que “en los últimos años, el Congreso de los Estados Unidos que guiña el ojo a Wall Street (de quien recibe financiación) aprobó numerosas leyes que tutelan los bancos interesados en los mercados petroleros, entre ellas, una que permitió a Enron realizar, estando en bancarrota, una operatoria fraudulenta del valor de miles de millones de dólares para salvarse del colapso”.
Desde enero de 2011 la CFTC dispondría de las herramientas para imponer límites al uso especulativo del mercado del crudo. La misma CFTC, en efecto, admite que “enormes flujos de sumas especulativas generan una previsión que se verifica por sí misma y por lo tanto hace que se dispare hacia arriba el precio de los bienes”. Sin embargo parecen ser declaraciones de fachada, ya que no sólo su intervención sigue siendo morosa, sino que su propio presidente, Gary Gensler, proviene de... Goldman Sachs.
Puesto que los objetivos de los especuladores no es el de utilizar el petróleo, sino recabar beneficios de la especulación, esta intervención debería apuntar a poner un techo a la cantidad de crudo que cada compañía puede controlar en el mercado. De hecho, según el ministro del petróleo de Kuwait, Hani Hussein, “en base a la ley de la demanda y la oferta los precios del petróleo hoy no se justifican”. Engdahl cita también a Michael Greenberger, docente de la School of Law (Escuela de Leyes) de la Universidad de Maryland, en su momento regulador de la CFTC, quien sostiene que está demostrado que “la especulación agrega un evidente plus al precio del petróleo, pero por alguna razón esto no filtra como una opinión difusa”.
Esta permisividad escandalosa permite pues a un puñado de instituciones dominar el mercado de los derivados del petróleo, la principal bolsa de mercadería de Londres, y manipular en el corto plazo el precio del crudo y sus derivados. Sin estas intervenciones especulativas y sin las continuas amenazas a la seguridad internacional, reales o no, el precio del crudo debería ser más bajo.
El capitalismo financiero sigue en un modelo de peligrosa irracionalidad, también por eso se advierte la necesidad de reducir el peso de la economía financiera a nivel global, en beneficio de la economía real
1.“Peak Oil” or Wall Street Speculation?, 16.3.2012, www.globalresearch.ca 
2.Ver: “Mercados Vs democracia”, Cn revista, diciembre de 2011.