No me extrañaría si pronto los medios de comunicación más poderosos, de llegada casi global, comenzaran a pintar con tintas oscuras a China y a sus líderes. Ya lo hace el informe del Pentágono de este año, analizando el potencial militar del país asiático con preocupación, aunque sin reparar en que éste no posee, como los Estados Unidos, entre 700 y 800 bases militares en todo el mundo, y gasta en Defensa un monto diez veces menor que el gobierno de Washington.
El tema es que el gigante asiático supone un avance comercial y económico difícil de contrastar. Incluso, es poseedor de una importante cantidad de títulos de la deuda de los Estados Unidos, lo cual recientemente llevó al gobierno chino a manifestar su preocupación por el nivel de endeudamiento de Washington y tuvo la osadía de reclamar una política acorde con esta responsabilidad. Son imperdonables.
El freno al progresivo avance chino ocurre en otros lados, y la reciente situación de Libia parece responder a este preciso objetivo.
¿Qué tiene que ver Libia con China? La presencia de gobiernos fuertes como el de Kadhafi o del mismo presidente egipcio Mubarak, supuso un freno al control de Washington sobre África. Y el continente negro ha sido en estos años una de las regiones donde la presencia china ha crecido, sobre todo debido a la posibilidad de crear lazos comerciales y de este modo acceder al petróleo. Vale recordar que Libia posee la mayor reserva de crudo de África incluso superior a la de Nigeria.
China, como los Estados Unidos, depende de las importaciones de petróleo. Es el segundo importador mundial, después de Washington, con 2,6 millones de barriles. Eso explica la creciente presencia de Beijing con inversiones importantes en muchos países africanos como, por ejemplo, Chad o Sudán desde donde importa el 60% de la producción diaria de ese país. Y África tiene yacimientos detectados pero aún no explotados y, por lo visto, en cantidades importantes. Uno de éstos parte desde el Darfur, en Sudán, cruza Chad y culmina en Camerún. Parece ser un único gigantesco yacimiento. Por eso, Bejing no reparó en gastos: en Sudán, por ejemplo, realizó un oleoducto de 1.500 km; en 2006, los chinos reunieron a 40 jefes de gobiernos de África discutiendo un amplio abanico de temas económicos.
La reciente agresión a Libia oculta, entre otras cosas, planes estratégicos dirigidos precisamente a neutralizar la expansión china en África con el objetivo de transformar su dependencia del crudo en su talón de Aquiles. Curiosamente, dicho objetivo ha incluso transformado el anterior equilibrio de poderes, puesto que desde los 90, Estados Unidos y Reino Unido se encontraban abocados en la tarea de expulsar a Francia de la región francófona africana y no sólo. El plan, conocido bajo el nombre "herradura", tuvo su máximo resultado en la caída del dictador del ex Zaire Motubu Sese Seko. Desde entonces el mapa de los Grande Lagos ha tenido cambios importantes. Sin embargo, los anteriores adversarios franceses se han transformado en aliados al punto que el presidente Sarkozy, con un giro político de 180 grados respecto de la postura de su predecesor, Charles De Gaulle, volvió a incluir en 2009 a los militares de su país en el mando de la OTAN, desde donde salieron en los años '60 para mantener la independencia del país galo en lo militar.
La cooperación de Sarkozy para el ataque a Libia es notoria. Y los rebeldes, hoy en el poder en gran parte del territorio libio, desde la compañía petrolera nacional, la AGOCO, ya han anunciado que no tendrán problemas en seguir haciendo negocios con Italia, Francia y Reino Unido, pero "podríamos tener reservas políticas para con Rusia, China y Brasil". Los tres últimos países se opusieron en la ONU al ataque a Libia.
En 2008 nació el mando militar de África (AFRICOM), supuestamente para combatir el terrorismo. Pero en realidad, según las palabras de Peter Pham, consejero del Departamento de Estado, con la misión de "proteger el acceso a los hidrocarburos y a otros recursos estratégicos que África posee en abundancia... asegurarse que ninguna tercera parte interesada, como China, India, Japón o Rusia logre el monopolio de estos o un trato preferencial".
Este criterio de evitar monopolios o tratos preferenciales en el uso de recursos naturales, fue clave para lograr quebrar el monopolio ruso en el transporte de crudo y de gas en la región de Asia Central durante los años '90. El oleoducto BTC - Bakú (Azerbayán), Tblisi (Georgia) Ceyhan (Turquía) - una obra de 4 mil millones de dólares, nació con este objetivo. La ocupación de Afganistán e Irak supone, a su vez, un avance en el control de los combustibles que puedan adquirir India e Asia.
Hoy se explica el apoyo irrestricto de Washington a la independencia del Sur de Sudan, la parte meridional dispone de las 3/4 partes de la riqueza petrolera sudanesa y no será de extrañar que cambie algo de la política comercial hacia China.
La lógica de estas estrategias está lejos de confluir en la convivencia pacífica, porque su objetivo no es la paz, sino instalar mercados. No sólo, pero casi a modo de unasuerte de dios Cronos, crea hijos de los que luego se alimenta. Es el caso de Saddam Hussein, apoyado en clave anti iraní en los años '80, luego devenido enemigo. O el caso de los guerrilleros islámicos (mujahiddines), apoyados desde Washington en clave anti rusa (por la invasión de Afganistán de la URSS), luego devenidos terrorismo fundamentalista con Al Qaeda en la cabeza. Hoy varios grupos que ayer eran terroristas, apoyan a los aliados occidentales en Libia. Exportarán el terrorismo en zonas de África para justificar nuevas "intervenciones humanitarias".
Por eso mañana podrá aparecer quizás el peligro chino, que hasta hace poco eran aliados necesarios... pese a que pocos países, como China, puedan esgrimir en su historia períodos de paz que llegan hasta los 600 años.
Es una lógica perversa, porque responde a una idea de dominio que no prometa nada bueno.
Es una lógica perversa, porque responde a una idea de dominio que no prometa nada bueno.
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