Un artículo del francés Alain Tourain publicado el 29.10.11 por el diario italiano La Repubblica, revela indirectamente el "quid" de la crisis que hoy azota Europa y de la que no se avizora una salida (al menos en lo inmediato). Touraine intenta comprender el dilema de los socios europeos de la zona del euro. ¿Por qué Alemania debería hacerse cargo del costo de la crisis siendo la economía que más ha logrado evitar las distorsiones de la globalización? Luego, indirectamente, agrega ¿por qué debería hacerlo otros países, como España, Francia o Reino Unido que también han tratado - lo resumo - de hacer las cosas bien? Lo que acaso no capta el autor -y admito que el objetivo principal de su escrito es el de destacar la necesidad de un paso al costado del premier italiano Berlusconi, quien carece también a nivel europeo de toda creibilidad- es que con la misma lógica (por qué yo?) también dentro de cada país se aplica el mismo razonamiento. Los sectores industriales se preguntan ¿por qué nosotros pagar el costo de esta crisis? Los especuladores financieros, quienes movilizan millones a diario también se lo preguntan (acaso con la conciencia menos tranquila, porque saben que no producen riqueza alguna, sólo hacen que esta cambie de dueño). Los millonarios - que no son pocos - también se preguntan ¿por qué yo?, siendo que posiblemente generan con sus capitales puestos de trabajo y se sienten con el derecho de vivir en el lujo y llenos de privilegios. Asimismo, la clase media alta y muy alta que ha llegado donde está con esfuerzo y tenacidad, por lo que siente que se merece disfrutar del bienestar conseguido... ¿Queda claro dónde conduce esta logica? A las medidas actuales de los gobiernos europeos.
El recorte de gasto, feroz en muchos casos, y en contextos de alto desempleo, y si no de recesión al menos de freno de la economía, golpea asalariados, pensionados y jubilados; inducirá a reglas más flexibles todavía en materia de mercado de trabajo, despidos en el sector del empleo público. Y la paradoja termina siendo que "ellos", sí, pueden. Como no quedan afectados los privilegios de los sectores más poderosos, no se tasarán patrimonios, aunque sean cuantiosos, no se afectarán las rentas financieras aunque sean de origen especulativo, como se está procediendo a "obedecer" al chantaje del sector bancario y financiero, responsable de la crisis, salvándolo a toda costa, los Estados parecen decir: ellos no pueden, ustes sí. Y lo que queda dañado gravemene es en cambio el principio de solidariedad que es la base de la convivencia civil y democrática, el fundamento sobre el cual se han escrito todas las Constituciones nacionales y que es la piedra angular de la misma Unión Europea. La señal que se transmite a los jóvenes, hoy más que nunca afectados por el desempleo (en España hay puntas del 40%), es gravísima: el que más puede, tiene poder para evitar asumirse responsabilidades, que recaen sobre los que menos pueden. Este principio, coerente con una idea liberal de defensa a ultranza de los derechos individuales, destroza el principio de solidariedad que supone que el bien común siempre debe prevalecer sobre los intereses particulares.
Como ya escribió el economista italiano Luigino Bruni, en el corto plazo, esta crisis tiene una salida que es tributaria, quienes tienen más deben realizar un esfuerzo y pagar más, porque tienen más oportunidades. El tema de fondo es el pacto de convivencia sobre el cual construimos nuestras comunidades nacionales y supranacionales. La crisis financiera es tan sólo una circunstancia pasajera.
El recorte de gasto, feroz en muchos casos, y en contextos de alto desempleo, y si no de recesión al menos de freno de la economía, golpea asalariados, pensionados y jubilados; inducirá a reglas más flexibles todavía en materia de mercado de trabajo, despidos en el sector del empleo público. Y la paradoja termina siendo que "ellos", sí, pueden. Como no quedan afectados los privilegios de los sectores más poderosos, no se tasarán patrimonios, aunque sean cuantiosos, no se afectarán las rentas financieras aunque sean de origen especulativo, como se está procediendo a "obedecer" al chantaje del sector bancario y financiero, responsable de la crisis, salvándolo a toda costa, los Estados parecen decir: ellos no pueden, ustes sí. Y lo que queda dañado gravemene es en cambio el principio de solidariedad que es la base de la convivencia civil y democrática, el fundamento sobre el cual se han escrito todas las Constituciones nacionales y que es la piedra angular de la misma Unión Europea. La señal que se transmite a los jóvenes, hoy más que nunca afectados por el desempleo (en España hay puntas del 40%), es gravísima: el que más puede, tiene poder para evitar asumirse responsabilidades, que recaen sobre los que menos pueden. Este principio, coerente con una idea liberal de defensa a ultranza de los derechos individuales, destroza el principio de solidariedad que supone que el bien común siempre debe prevalecer sobre los intereses particulares.
Como ya escribió el economista italiano Luigino Bruni, en el corto plazo, esta crisis tiene una salida que es tributaria, quienes tienen más deben realizar un esfuerzo y pagar más, porque tienen más oportunidades. El tema de fondo es el pacto de convivencia sobre el cual construimos nuestras comunidades nacionales y supranacionales. La crisis financiera es tan sólo una circunstancia pasajera.