jueves, 22 de julio de 2010

¿Obama o los EE.UU. en su peor momento?

Disparen sobre Obama, podría ser el santo y seña de estas semanas. Total, argumentos van a encontrar.Algún día el inquilino de la Casa Blanca descubrirá - si ya no lo hizo- que incluso cometió el error de aceptar un inmerecido Nobel de la paz. La prudencia hubiera sugerido declinar elgantemente un reconocimiento apresurado y sin motivos válidos. Cuando llegará el tiempo de campaña, no es difícil imaginarse a algún adversario utilizar este tema para poner en discusión sus aptitudes.
Sin embargo, se habla mucho de lo que el inquilino de la Casa Blanca no ha hecho y muy poco, demasiado poco, de la situación que heredó.
A no olvidarlo: Obama asumió en enero y pocos meses después el país estaba sumido en la peor crisis financiera de su historia, acaso superior al crack de 1929. Cuarenta millones de estadounidenses corrían el riesgo de perder su vivienda. Mientras que grandes corporaciones financieras tenían que admitir haber mentido para captar inversionistas sore títulos basura que Wall Street aceptó como buenos y con sus popes también los financistas de medio mundo pese a que era evidente que se tratara de una burbuja especulativa de dimensiones gigantescas. Otras, directamente quebraron arrastrando el planeta hacia el abismo. Ya antes de la crisis millones de compatriotas no recibían asistencia médica, y un 10% de la población directamente era pobre. Hace poco, suelto de cuerpo, un legislador explicó que no había 30 mil millones de dólares para asistir a los desempleados, pero sí se podían rebajar 600 mil millones de impuestos a los sectores más ricos. El american dream en realidad se estaba transformando en el sueño de un restringido grupo de ricos para los cuales el país sí funcionaba de maravillas. Mientras que para el resto se le hace muy cuesta arriba superar los embates de la libertad total del mercado.
Obama se encontró con un presupuesto militar absolutamente sobredimensionado, cercano al millón de millones de dólares gastados en base a una cultura de la paranoia y del terror de atentados que no resisten a un análisis más atento y no prejuicioso. El páis mantiene 250 mil soldados ocupando dos países donde reina la inestabilidad: un veradero fracaso que ha provocado unos 6 mil efectivos muertos y unos 50 mil heridos, muchos con consecuencias duraderas. Tres millones de millones de dólares costará este conflicto que ha provocado suculentas ganancias a un grupo de empresas conectadas con el entorno del ex presidente Bush. Cada día 18 veteranos de Iraq o Afganistán se suicidan.
Como nunca los Estados Unidos reciben escasas simpatías a lo largo y ancho del planeta. El reciente desastre petrolero del Golfo de México, una vez más, ha revelado las ocultas componendas del entorno de Bush con las compañias petroleras que han sido inspiradoras de la reglamentación de su actividad e integran además la entidad que debería controlarlas. Este contubernio con las empresas privadas llegó a extremos en Iraq donde hay empresas que bajo el amparo de la "administración delegada" simplemente pasaban facturas de gastos a los que agregaban un porcentaje de ganancias. Algunas deben responder por 18 mil millones de dólares gastados de este modo, sin control alguno. Y las razones comerciales obedecen también al hecho de haber impulsado el único golpe de Estado de 2008, el de Honduras. Posiblemente, algo que los republicanos que mueven hilos del poder detrás de las bambalinas impusieron a la administración Obama.
Otro regalo de Mr. Bush.
La pregunta entonces, más allá de las responsabilidades políticas que le caben al primer presidente negro de los Estados Unidos: ¿qué tanta autoridad puede ejercer la máxima magistratura de la primera potencia mundial, la cabeza de un imperio sobre el cual hoy no se pone el sol? ¿De cuánto poder dispone si quiere introducir cambios de sustancias en un sistema cuyo "aparato militar e industrial", para usar las palabras del presidente Eisenhower, hasta tiene fuerza para digitar a sus hombres en los gabinetes que ocupan la Casa Blanca? ¿Qué capacidad tiene este sistema democrático, quizás uno de los mejores, para hacer transparente lo que hoy es oculto?
Obama aceptó entrar en el juego, y por ello quizás merece las críticas que se le formulen. Nadie lo obligó y formuló promesas que a todas luces no está siendo capaz de cumplir.
¿Pero es porque no sabe o porque no puede?

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