martes, 1 de enero de 2013

Una región inquieta

Los palestinos han conseguido que se los reconozca como Estado. Pero es un resultado simbólico y todo dice que han renunciado al reconocimiento de su territorio.

¿Cómo leer la reciente resolución de la Asamblea General de la ONU en la que se reconoce indirectamente a Palestina como Estado? Hay varias maneras. Intentamos una.
En casa palestina el hecho fue festejado como un importante éxito diplomático: 138 votos a favor, 41 abstenciones, apenas 9 votos en contra: los de Estados Unidos, Israel, Canadá, Panamá, República Checa y otros cuatro Estados islas del Pacífico. Aliados históricos de los Estados Unidos, como el Reino Unido, se abstuvieron. Terminados los aplausos y apagadas las luces de las cámaras, la Asamblea General adoptó al día siguiente seis resoluciones sobre la cuestión palestina. Demasiadas para no pensar que, en realidad, ni los Estados Unidos ni Israel presionaron demasiado para lograr apoyos en contra de la moción palestina, las que fueron mucho más fuertes en otros temas no tan importantes como éste.
Es muy probable que la dirigencia palestina haya conseguido este resultado a cambio de renuncias de lo que ha sido el eje central de la lucha de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), es decir volver al plan de partición del territorio de 1947 o, en todo caso, a la situación previa a la guerra de 1967 (ver mapas). El mismo Mahomoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), había declarado a la tv israelí el 2 de noviembre su deseo de regresar a su ciudad natal, Galilea, pero como turista, "no para vivir allí". ¿Fue un preanuncio de lo que vendría?
Palestina por lo tanto consigue este resultado histórico y simbólico pero en una situación de fragmentación política y territorial inédita. Políticamente está partida entre Hamas –que gobierna en Gaza y hoy, con la reciente crisis de mediados de noviembre, ha logrado ser considerado como actor– y en las organizaciones que siguen a Fatah –que gobiernan los territorios de Cisjordania–. La separación entre las dos organizaciones se fue consolidando; basta ver el escaso rol de Abbas en la crisis de noviembre en Gaza.
Geográficamente, estamos ahora frente a un Estado cuyo territorio se reduce a la Franja de Gaza, la única con continuidad territorial, y los sectores como manchas de leopardo en lo que fue Cisjordania. La primera reacción israelí fue precisamente la de anunciar la construcción de nuevos asentamientos, sobre todo en la llamada zona E1, situada al este de Jerusalén, en suelo palestino. Es una decisión clave que impide, justamente, que pueda haber una continuidad territorial bajo el gobierno de la ANP. Una posición muy grave.
El cuadro de la situación se completa si comenzamos a ir más allá del conflicto palestino-israelí, para mirarlo desde una perspectiva árabe-israelí.
Con toda probabilidad, Estados Unidos e Israel quieran resolver de una vez por todas la amenaza nuclear que se supone ejerce Irán con su plan atómico. La política de Teherán, no es ningún misterio, busca destruir a los israelíes.
El pasado 28 de noviembre el presidente Barack Obama lanzó un verdadero ultimatum a los iraníes que en los medios de comunicación no recibió la atención debida. El jefe de la Casa Blanca fijó para marzo la fecha en la que el país persa deberá adecuarse a los controles de la ONU y demostrar que su programa nuclear tiene fines civiles. De lo contrario, se tomarán medidas.
Pero el camino que lleva a resolver el problema que representa Teherán pasa por Siria, el principal aliado de Irán entre los países árabes. El régimen de Teherán es también el proveedor de armas de Hamas en Gaza. Son de fabricación iraní varios de los cohetes lanzados desde la Franja en noviembre último. Por lo tanto, cerrar la cuestión siria significa debilitar ulteriormente a Irán con el objetivo de lograr un distanciamiento de Hamas del régimen de los ayatolá.
Un derrocamiento definitivo del régimen sirio permitiría alcanzar varios resultados: habría un Estado canalla menos, según el peculiar listado armado por Washington. Para Qatar y Arabia Saudita, comprometidos en la lucha contra el régimen laico del presidente sirio Al Assad, sería una oportunidad para seguir exportando su versión fundamentalista del Islam, al instalar un Estado religioso. Las milicias rebeldes en Siria, en efecto, cuentan con el aporte de guerrilleros fanáticos financiados por los dos Estados del Golfo, armados por el Reino Unido, Francia y Estados Unidos, con el apoyo logístico de Turquía.
Cabe recordar que a comienzos de diciembre la OTAN decidió desplegar su escudo antimisiles en Turquía, precisamente en la frontera con Siria. Además, para el gobierno de Ankara se abrirían buenas posibilidades para ampliar sus intereses económicos en la región. Finalmente, para Israel, derrocar el régimen de Damasco supondría un crecimiento importante de su peso político y militar.
Junto al escudo antimisiles, frente a las costas de Siria, se ha desplegado en diciembre una importante flota de los Estados Unidos, dotada de 10-12 mil infantes de marina, misiles de largo alcance y un gran número de aviones.
Basta poco para encender la mecha: Un cohete sirio lanzado contra Turquía, sea un hecho real o un operativo de prensa armado desde Londres por el Observatorio Sirio sobre Derechos Humanos, como ya sucedió.
Por lo tanto, puede que el reconocimiento de Palestina sea un precio pagado para que Hamas se quede con Gaza, a cambio de una tregua con Israel y del apoyo de 400 millones de dólares prometido por Qatar, y además sea la antesala de otras jugadas estratégicas.
Los palestinos han logrado un Estado, pero sin justicia. Sin embargo, ¿se puede tener justicia sin llegar primero a la paz? Ambos resultados dependen de que tanto en Gaza, como en Tel Aviv y en Teherán prevalezca la racionalidad.


Los mapas comparados del territorio, de izquierda a derecha: antes del nacimiento del Estado de Israel; el mapa según la partición fijada en 1947 por las Naciones Unidas; el territorio tal como quedó luego de la guerra de 1967 y el mapa desde el reconocimiento de la Autoridad Nacional Palestina.