El BRICS está conformado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Desde 2009 realiza reuniones anuales de sus dirigentes y la de Nueva
Delhi, llevada a cabo del 28 al 29 de marzo, fue la cuarta.
No hay dudas de que se trata de un nuevo actor político que mucho
tiene que aportar y decir. El peso específico de este grupo se puede
medir, por ejemplo, con algunos números: representa entre el 43 y el 45
por ciento de la población del planeta, el 25 por ciento del producto
bruto interno global, el 30 por ciento de las tierras cultivadas, su
aporte a la economía mundial es del 50 por ciento, su mercado interno
crece en el 28 por ciento anual en promedio, el consumo interno - con
clases medias en crecimiento - varía entre el 35 y el 60 por ciento de
los PBI nacionales.
Estamos pues frente a una verdadera locomotora del desarrollo. Pero
no sólo por esta pujanza macroeconómica, sino que desde la perspectiva
política hay palabras nuevas que están apareciendo en el escenario
global.
En efecto, la cita en Delhi se llevó a cabo bajo el título: "BRICS,
asociados para la estabilidad global, la seguridad y la prosperidad".
Allí los planteos de los miembros del grupo fueron contundentes. Ante
la crisis mundial que, dicho sea de paso, estos países están sorteando
con mucha más soltura, comparando con Occidente, es necesaria una
reforma del FMI y del Banco Mundial. En el primer caso para que los
mercados emergentes sean mejor reflejados si de verdad se quiere
legitimar y hacer más efectiva la tarea del FMI. En el caso del Banco
Mundial, el grupo insta a que la institución logre representar la visión
de todos sus miembros y de la actual realidad política. El grupo
intentará crear un banco de desarrollo destinado a realizar proyectos de
infraestructuras desde una perspectiva de crecimiento sostenible
ampliada a otras economías emergentes. Importante, el esfuerzo de
implementar el comercio interno entre los países del BRICS utilizando
sus propias monedas. Un tema, éste, particularmente delicado pone en
discusión el uso del dólar estadounidense como moneda global.
La voz del BRICS en Delhi también se hace oír en temas de política
internacional. Sus miembros consideran necesario llegar a un cese de la
violencia en Siria y apoyan la misión de la ONU y la Liga Árabe al
respecto. Asimismo, abogan para que Irán pueda con derecho disponer de
un proyecto nuclear para fines civiles, de modo que se pueda desactivar
este foco de crisis. Se reitera, además, la condena del terrorismo, pero
indicando las Naciones Unidas como el marco adecuado para su lucha,
proponiendo la pronta redacción de un borrador de Convención Integral
sobre el Terrorismo Internacional. Este punto en clave para lograr la
pacificación de Afganistán, donde además es preciso impulsar la lucha
contra la producción de opiáceos usados para fabricar drogas.
Otros temas analizados durante la cumbre de Delhi son el desarrollo
sostenible, la seguridad energética y la seguridad alimentaria. Se
consideró que se trata de elementos clave para luchar contra la crisis
financiera y contra el hambre y la pobreza. El uso de energías
alternativas, el recurso a un comercio más justo a nivel global
completan este discurso que, sin embargo, no pertenece a una ONG
comprometida en el tema, sino a gobiernos que representan las mayores
economías del planeta.
Es un nuevo protagonismo al que las últimas décadas no nos habían
acostumbrado. Una experiencia que habrá de seguirse muy de cerca. En
junio de este año, en Río de Janeiro, se celebrará la Conferencia sobre
desarrollo sostenible (Río + 20). Allí el BRICS tendrá más cosas para
decir sobre un tema que se anuncia como clave para el siglo XXI.