Posiblemente,
el resultado más importante alcanzado en la cumbre climática de
París ha sido el de la movilización de Gobiernos y organizaciones
de la sociedad civil en torno al tema de proteger el futuro del
planeta. Nos estamos dando cuenta de que donde no llegan los
organismos políticos, los Gobiernos y la ONU, por ejemplo, hay una
gran fuerza de la sociedad que puede impulsar la toma de decisiones.
En
este sentido, cabe reconocer el rol de liderazgo del papa
Francisco que ocupó un lugar en primera fila comprometiendo a la
Iglesia con su encíclica Laudato si'.
Otro
resultado importante es que el acuerdo haya sido firmado por 195
países. Contaminar ya no será una negligencia sino una culpa.
El
acuerdo contempla tres aspectos clave: hay que tratar de contener el
aumento de temperatura en 1,5 grados para 2020. Los países en
desarrollo tendrán acceso a un fondo de 100.000 millones de dólares
anuales como ayuda para adaptarse a los cambios climáticos hasta
2020 luego se verá si incrementarlo. Los proyectos de reducción de
las emisiones contaminantes tendrán verificaciones cada cinco años.
Cuanto antes habrá que superar el pico de emisiones para luego
reducirlas.
Hay
puntos flacos en el acuerdo firmado, sin duda. Es vinculante el
documento pero no las metas, que son la parte más concreta. Algunas
indicaciones son demasiado genéricas y no están previstas sanciones
en caso de incumplimiento. Las verificaciones deberían ser más
frecuentes y no cada cinco años.
Precisamente
por lo afirmado en el primer párrafo, París deja en claro por un
lado que se necesitará una sociedad civil vigilante y movilizada que
no podrá bajar la guardia. Porque hay fuertes intereses en juego que
a menudo no coinciden con las perspectivas alarmantes que los
científicos están señalando.
Al
mismo tiempo, hubo una clara indicación de que apostar a los
combustibles fósiles ya no es un buen negocio. Entre la caída del
precio del petróleo y la cada vez más fuerte sanción social, es
muy posible que habrá un corrimiento de las inversiones hacia las
energías renovables, que hoy representan casi la mitad de la
producción de electricidad. Lo cual significa más investigación y
más desarrollo de estas tecnologías. Que es lo que necesitamos con
urgencia.