martes, 23 de febrero de 2010

Isole Malvinas, sovranitá e doppio standard



Per alcuni governi tutti gli stati sono uguali... ma alcuni sono piú uguali degli altri.
Nel 1863 Carlos Calvo, giurista internazionale, uruguayano-argentino, difese la pretesa del Paraguay di sottomettere alla propria giustizia un cittadino britannico accusato di gravi delitti nel paese sudamericano. Londra reagí all' "offesa" mandando una squadra navale. Calvo sostenne un principio, poi convertito in dottrina, sull'uguaglianza e la non ingerenza tra stati sovrani.
Passano gli anni, ma per alcuni governi tale uguaglianza ha un doppio standard: si applica quando fa comodo.  
Argentina e Regno Unito hanno in sospeso la questione delle isole Malvinas. La disputa della sovranitá su queste isole, di importanza strategica per chi ha bisogno di eventuali basi nell'Atlantico sud, presenta vari aspetti controversi. Sia la pretesa britannica che quella argentina offrono il fianco al diritto alla autodeterminazione degli abitanti delle isole (i kelpers). Questi, in realtá, non hanno intenzione di sottomettersi alla sovranitá argentina e preferiscono quella britannica per ragioni di prudenza, dato che nel 1982 le isole furono invase dai dittatori militari del paese sudamericano (il conflitto che ne seguí fu vinto dal Regno Unito) e dato che il PIl procapite dei 2000 e rotti abitanti é di circa 17.000 dollari USA all'anno.
Londra presenta come ragione fondamentale della sua presenza nelle Malvinas la difesa di questo diritto dei kelpers. E fin qui tutto bene, o quasi, se non fosse per l'inizio delle esplorazioni e lo sfruttamento petrolifero 100 km al nord delle Malvinas, in pieno oceano, appena iniziato da parte di compagnie britanniche. Insomma, anche il Foreign Office non é mica Madre Teresa di Calcutta.
Ma a ricordare certi aspetti meno dignitosi della difesa dei diritti altrui, interviene anche la storia. E li Sua Maesta ha una gatta dura da pelare. Perché per difendere il diritto all'autodeterminazione dei Kelpers con un minimo di coerenza morale, Londra dovrebbe fare lo stesso con i 5.000 abitanti dell'isola Diego García.
Facciamo memoria. Diego Garcia si trova a metá strada tra l'Africa e l'Indonesia, nell' Oceano Indiano. E' la maggiore delle isole dell'arcipelago Chagos, a sua volta membro del Commonwealth. I suoi abitanti vivevano della pesca e del turismo attratto dalle sue belle spiagge. Nel 1967 Londra e Washington cominciarono ad analizzare la strategica posizione di Diego García, prossima al Medio Oriente e nemmeno troppo fuori mano rispetto alla Cina e l'India. Non si sa mai. I due governi convennero che una base militare nell'isola sarebbe andata proprio bene. Dunque il governo di Sua Graziosa Maestá, cedette gentilmente e per 50 anni l'isola agli Stati Uniti, i quali convennero all'accordo ma imponendo il trasferimento degli abitanti dell'isola. La base, infatti, venne realizzata in segreto, proibendo l'accesso all'isola di chiunque.
Canone per l'affito, 12 milioni di dollari, a prezzi del '67, per l'acquisto dei (allora) famosi missili Polaris. A partire dal 1971 cominció la costruzione della base. Vennero sradicati gli alberi di cocco, fatti saltare con l'esplosivo i banchi di corallo, spianato il terreno e quant'altro fosse necessario alla costruzione della base.
Ah, la gente. Dimenticavo. Venne traslocata volente o nolente nelle Seychelles e nelle Mauricio, alcuni approdarono nei sobborghi londinesi dove oggi mendicano.
La base é utile. Anzi, utilissima. Da dove partirebbero sennó i B52 per i loro bombardamenti  in Iraq ed Afghanistán? Ed é usata anche come "deposito" dei terroristi nelle mani della CIA fatti sparire da altrove e qui condotti per essere "interrogati" con i metodi che la gestione Bush ha preteso di legalizzare, cioé con la tortura. Vi immaginate lo scandalo se si scoprisse che il governo di Teherán fa lo stesso?
Nel frattempo, gli abitanti dell'isola hanno presentato la loro causa davanti alla Camera dei Lord e la Corte Europea dei Diritti Umani, anche se non hanno ottenuto nessuna decisione del governo britannico a loro favore. Storie di ordinaria ingiustizia.  

viernes, 12 de febrero de 2010

Lecturas: "Talleyrand"

No tiene desperdicio esta nueva edición de la biografía del ministro de relaciones exteriores de Napoleón, escrita por Duff Cooper en 1932.
El autor integró la cancillería de Su Majestad, el Foreign Office, fue legislador, y ocupó además destacados cargos en los gobiernos de Neville Chamberlain y de Winston Churchill, antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, hasta su retiro de la vida pública en 1947.
Cooper anota comentarios y refleja opiniones sobre las vicisitudes de una figura tan peculiar como Talleyrand. Esto podrá suscitar las reservas de quienes reclaman un papel más aséptico al historiador. Pero, cómo en el caso de la historia de la Segunda Guerra Mundial escrita por Winston Churchill – acaso pocos recuerdan que este político fue Nobel de Literatura en 1953 –, esta visión parcial de los hechos ofrece en todo caso una interesante perspectiva – la británica – de la epopeya de este personaje.
Hijo de una familia de la rancia aristocracia francesa, Talleyrand fue obligado a emprender la carrera eclesiástica sin vocación alguna. Pese a su conducta libertina, llegó a ser obispo de una diócesis que visitó una sola vez y exclusivamente por razones electorales. Amante del juego y de las mujeres, Talleyrand era dotado de una proverbial e inigualable capacidad de entrener con su amena conversación. 
Su trayectoria política fue muy extensa: participó de los Estados Generales y sucesivamente de la revolución francesa. Más tarde se vio perseguido por los jacobinos, motivo por el cual se exilió un tiempo en los Estados Unidos. Durante los Estados Generales realizó propuestas concretas. En efecto, el sistema educativo francés durante mucho tiempo reflejó sus ideas vertidas en un documento suyo que demostraba una visión preclara. A su regreso del exilió, siguió en la cresta de la ola y logró participar del golpe de Estado que llevó al poder a Napoleón Bonaparte, del que llegó a ser ministro de relaciones exteriores. Comprendió más tarde que en la inagotable sed de poder del corso estaba la semilla de su fracaso. En vano intentó moderar las pretenciones del Emperador y llegó al extremo de conspirar con él en sus mismas narices. Su gran habilidad como político, en realidad, lo salvó de la horca. Talleyrand fue luego una figura clave también durante la sucesiva "restauración" post napoleónica, llevada a cabo a partir del Congreso de Viena en 1815. 
Allí Talleyrand adquirió notable prestigio pues, aún con la desventaja de ser representante de un país derrotado y ocupado por las potencias aliadas, logró no sólo conservar la integridad territorial francesa sino también jugar un papel de relieve en ese congreso.
Sus poses de indolente y la aparente superficialidad de su conversación ocultaban, en realidad, una mente perspicaz y aguda: la de una figura tan controvertida como los tiempos en los que le tocó vivir.
El lector se podrá ver tentado de juzgar moralmente la actuación de Talleyrand. Pero sería un error hacerlo siguiendo nuestros parámetros actuales. La historia más que nada necesita ser comprendida en su contexto.


Talleyrand. El mago de la diplomacia de Napoleón
Duff Cooper, ed. Claridad, Buenos Aires, 2007, pp. 336.

jueves, 11 de febrero de 2010

Algunas reflexiones sobre medios de comunicación y globalización


En el contexto del Mutirao de comunicación realizado en Porto Alegre, del 3 al 7 de febrero, por la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), fui invitado a presentar un taller sobre "Medios de comunicación en un contexto globalizado". Este es el texto sobre el cual trabajamos con los presentes.



Un punto de partida
Más que los aspectos de la comunicación en general en un mudo globalizado, quisiera referirme a algunas problemáticas en relación a los medios de comunicación y más concretamente a la prensa.
Me sirvieron de inspiración para esta charla algunas pocas palabras. Se trata, por un lado,  de una expresión catalana y de algunos versos que el poeta y dramaturgo Thomas S. Eliot escribió en los años ’40 del siglo pasado, y que quisiera citar porque las encuentro de extraordinaria actualidad para resumir, por un lado, uno de los problemas de nuestro tiempo que es la fragmentación del conocimiento y, por otro, el problema de la saturación de noticias. Ambos son fenómenos que la globalización acentúa.

La expresión catalana dice lo siguiente: “En medio de una inundación, lo primero que falta es el agua potable”. Es una paradoja que refleja lo que hoy sucede en un mundo saturado de noticias que no son información, que no enriquecen nuestro conocimiento. Noticias que por lo general carecen de un contexto, de una clave para su comprensión.

Completan este razonamiento los versos de Eliot: “¿Dónde está la sabiduría que perdimos al adquirir nuestros conocimientos? ¿Dónde el conocimiento perdido frente a tanta información?”

Me voy a permitir parafrasear estos versos para, a mi entender, ampliar los conceptos que pretendo desarrollar. La principal actividad de los medios de información debería ser la de difundir noticias cuya finalidad es brindar precisamente información que, a su vez, debería alimentar nuestro conocimiento que, a su vez, es la fuente de nuestra sabiduría (sabiduría que podemos considerar ya sea según nuestra visión religiosa, ya sea en su concepto laico en el sentido de la visión sintética que tenemos de la vida humana y de su relación con el mundo).

Quiero decir que a través de las transmisión, del compartir hechos que tienen que ver con vicisitudes humanas, deberíamos recabar informaciones susceptibles de transformarse en mayores conocimientos, los cuales deberían a su vez alimentar nuestra visión de la vida, de la existencia, es decir, la síntesis de nuestro modo de ser, que también podemos definir como sabiduría.

Este proceso debería llevarnos por lo tanto a comprender y a definir, en el mundo de la aldea global que entra todos los días en nuestras casas, que es cada vez más chico y cada vez más consciente de que es interdependiente, cuál es la información que necesitamos y cuál es la información que no necesitamos.

Las noticias que recibimos sobre el cambio climático, por ejemplo, deberían permitirnos ver el problema en su conjunto:

La misión de los medios es precisamente ésta, sobre todo si trabajan en el área de la información, brindar conocimientos que nos ayuden a comprender el mundo en el cual vivimos, y hacia dónde vamos.

Se entiende entonces que no es precisamente esto lo que encontramos todos los días en los diarios, los informativos de radio y de televisión... Evidentemente al respecto hay algo, o más bien mucho, para hacer.
Por lo tanto se hace necesario comprender que el mundo en el cual vivimos ha tenido una evolución muy rápida, sobre todo en las últimas décadas, y procesos que antes acontecían con un ritmo más lento, hoy se han acentuado.     


La situación


Podrá parecer banal, pero un primer dato de la globalización es que hay que reconocer que se trata de un fenómeno inevitable e irreversible. Esto vale tanto para algunos de sus opositores que, a veces, parecen olvidar que este proceso seguirá avanzando, como para otros que parecen oponerse a ella por la vía de los hechos. Los muros con los cuales el Primer Mundo trata de oponerse a las oleadas de inmigrantes en busca de un mejor futuro, de alguna manera es una negación de una realidad. Europa quiere ser un gigantesco country (barrio privado) en medio de la pobreza.

La globalización es pues un fenómeno que se ha instalado entre nosotros, ha cambiado nuestra vida, como señala Zygmunt Bauman, sin que a menudo nos diéramos cuenta de esos cambios[1].

Es indudable que es un fenómeno que ofrece grandes oportunidades, pero tener oportunidades no significa tener la capacidad para aprovecharlas. Seguramente tenemos oportunidad para acceder, por ejemplo, a toda la prensa de habla inglesa, pero eso no significa contar con la capacidad (=conocer el inglés) para hacerlo.

Una característica de la globalización, propia de todo fenómeno histórico, pero que se ha acentuado en estos años, es el de la complejidad.  

-         Un ejemplo: La Guerra de los 30 años que se llevó a cabo entre 1618 y 1648, y que podemos comprenderla sobre la base de algunos factores, el reequilibrio estratégico entre las principales potencias europeas, las consecuencias de la reforma luterana en Europa, son elementos que nos permiten comprender este episodio.

-         Veamos en cambio otro ejemplo, el de la Guerra de Kosovo en 1998-1999 (la intervención militar de la OTAN). Aquí que se multiplican los factores necesarios para su comprensión: 1) hay una cuestión interna: la autonomía negada a Kosovo por parte de Serbia, 2) hay un problema étnico y también un problema religioso (Serbia es cristiana ortodoxa, los kosovares son mayoritariamente musulmanes), 3) también fue un problema internacional, se quiso encontrar un freno a la expansión comercial alemana, había intereses de EEUU, se quiso castigar al presidente de Serbia Milosevic; 4) evitar desestabilizar más los Balcanes, porque los kosovares se desplazaban a Macedonia, aumentando la presencia musulmana en ese país; 5) también una cuestión económica: por Kosovo pasa el “corredor 8”, que es la ruta por la cual llega al sur de Europa gas y otros combustibles provenientes del Este europeo y hasta del Mar Caspio, 6) a esto le agregamos la manipulación mediática que se hizo del tema (las supuestas matanzas de kosovares por parte de los serbios, de las cuales no se encontraron luego mayores pruebas, más aún se comprobó que los mismos kosovares practicaron la “limpieza étnica”[2]).


Otro ejemplo que nos habla de la complejidad de os fenómenos que vivimos es el cambio climático:

Se trata de algo que supone un gran desafío para nuestra civilización y que no es posible abordar sólo desde un punto de vista:

-        No es sólo una cuestión climática y meteorológica, porque los cambio se deben a los efectos de la actividad humana, a la contaminación producida por nuestro estilo de vida.
-        Por lo tanto supone todo un planteo respecto a cómo la actividad humana puede evitar de contaminar en modo irreversible el planeta.
-        Eso supone también un cambio de la actividad productiva y de consumo.  Hay una gran diferencia entre los niveles de consumo de energía y recursos naturales, como el agua, entre el Primer Mundo y los países en desarrollo.
-        Pero todo esto está suponiendo rever las categorías que hemos elaborado en cuanto a desarrollo y crecimiento, en una palabra necesitamos rever nuestras categorías económicas para elaborar un modelo que sea sustentable desde el punto de vista medioambiental.
-        No es que podemos, sino que debemos, los cambios que se han producido permanecerán por tiempos que son muy largo, se habla de un milenio y eso está fuera de toda previsibilidad.
-        Pero se habrán dado cuenta de que estamos frente a un cambio que supone también opciones políticas, lo habrán constatado por el fracaso de la cumbre medioambiental de Copenhague, donde no hemos logrado ponernos de acuerdo sobre cómo asumir los costos de estos cambios. Y los cambios políticos son clave porque en este momento hay una parte del mundo que sufre los efectos negativos de los cambios climáticos sin que los haya producido. Si pienso a los problemas con la capa de ozono que tenemos en el Cono Sur, y que han sido producidos en el norte del mundo.
-        A su vez, queda claro que se trata de cambio a nivel cultural. Eso tiene que ver con la solidad entre generaciones porque éste es el mundo que le estamos dejando a nuestros hijos y nietos. 

La conclusión que sacamos es que para comprender ciertos procesos hay que tener en cuenta su complejidad, es decir, la interacción entre diferentes factores con una intensidad que es mucho mayor que en el pasado.

En el pasado, hablo hasta el siglo XVIII y quizás XIX una crisis financiera difícilmente hubiera salido de las fronteras del país donde se habría producido. Hoy no es así.

Aquí aparece otra dimensión que nos revela la globalización, y es la de interdependencia. Somos interdependientes. Es muy interesante que Juan XXIII percibe esta realidad en 1963, cuando publica la encíclica Pacem in terris, dedica un capítulo al tema de la interdependencia, explicando que en ámbitos como la economía, la seguridad, el desarrollo, la paz y hoy podemos agregar el medio ambiente, entre otros, ningún país puede alcanzar sólo estos objetivos.

Globalización y familia humana

El hecho de que se trate de un fenómeno irreversible, está revelando que es un proceso que, en realidad, es algo propio de nuestra humanidad. Es decir, no bien la tecnología brindó la posibilidad de esta interrelación, la humanidad la ha aprovechado.

Significa que la humanidad se mueve a lo largo de este carril de la globalización porque la llevamos inscrita en nosotros mismostendemos a ser una única familia.

La interdependencia también nos revela un vínculo de solidaridad, algunos objetivos no es posible alcanzar en soledad, sino que necesitamos de los demás. El progreso, el desarrollo, gran parte de los problemas económicos, y también los que derivan, por ejemplo, del cambio climático, los temas relativos a la paz y la seguridad, ya nadie puede resolverlos por sí mismo.

Y esto vale en el presente y vale en el futuro. Las generaciones futuras dependen de nosotros porque heredarán el planeta que les dejaremos.

Como nunca la circulación de los conocimientos, gracias al hecho de que los centros de investigación pueden trabajar en red con internet, ha permitido avances impensados.
En pocos años, el SIDA, que era una condena a muerte casi segura hace 15 años atrás, se ha vuelto una enfermedad que hoy es posible controlar.

Sin duda, tenemos que constatar entonces que la globalización si bien supone riesgos y amenzas, supone también una gran potencialidad.


Globalización y economía

Pero que la globalización supone grandes potencialidades, no significa que no evidencie aspectos negativos o preocupantes, que no responden precisamente al fenómeno en sí, sino que son expresión de nuestros límites como seres humanos.

El haber desarrollado el vuelo, los aviones que nos permiten llegar en pocas horas a miles de km, es un gran avance, pero un avión puede ser usado también para bombardear, es decir ser usado como una herramienta de muerte y destrucción.

En este sentido, no podemos desconocer que la globalización ha viajado en estos años sobre la onda expansiva de la economía, o más precisamente de una determinada concepción de la economía que ha hecho de la maximización del éxito, conseguido a cualquier precio, su motor principal.

Mientras que el pensamiento económico se suele presentar como la actitud racional del ser humano para utilizar en modo óptimo los escaso recursos que tiene, en realidad, la economía dista de ser un ejemplo de racionalidad:

-        Pensemos en la crisis financiera global que acabamos de vivir
-        Una crisis anunciada, porque desde hace tiempo se sabe que menos del 1% de las transacciones financieras que se realizan diariamente en el mundo tienen que ver con actividades productivas, el resto es especulación financiera.
-        Es decir, es una economía que no está al servicio de las necesidades de la familia humana sino al servicio del egoísmo.

Pero el problema es que esta mezcla de “ideología y mala economía”, como señala el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz[3], ha sido presentada como el único camino posible. En tiempos del gobiernos de la británica Margareth Tatcher se acuñó la sigla TINA (There is not alternative, no hay alternativas).

En algunos casos se pueden detectar ciertas formas de darwinismo social: la competencia económica ayuda a la especie humana a evolucionar hacia lo mejor, los más débiles (léase los pobres) sucumben fatalmente…

Otra característica de este tipo de globalización es que ha rechazado todo tipo de reglas. Una de las palabras claves hoy es desregular.

Una de las consecuencias ha sido que, aun en medio de las potencialidades que ofrece la globalización, en realidad ésta ha fomentado y acentuado la desigualdad, ha facilitado la aplicación de estrategias de poder económico y político,  lo que se suele llamar imperio.
Frecuentemente se identifica el imperio con un país en especial. No es  necesariamente así. Sin duda, hay grupos de poder muy fuertes, que no necesariamente coinciden con un gobierno, aunque la política de ciertos gobiernos es funcional a sus planes.

De todas formas, es cierto que estos grupos de poder ya han tomado las decisiones fundamentales que responden a sus intereses y no a los intereses de la humanidad.
Ya se ha decidido qué tipo de economía favorecer, qué idea de desarrollo y según cuáles estándares. Y estas decisiones han dejado afuera de las oportunidades de crecimiento a regiones enteras del planeta.
Está claro que, por ejemplo, Africa ha quedado afuera de las grandes oportunidades de la globalización.

Otra palabra clave de este tipo de globalización es: exclusión. Esta exclusión se verifica no sólo a escala global, sino que se repite también dentro de nuestras mismas sociedades con porciones enteras de ciudadanía que queda afuera de nuestro estilo de vida, de nuestros intereses sociales y culturales, de nuestra economía.

En los Estados Unidos, que deberíamos considerar como el nudo central de este tipo de pensamiento, esta desigualdad tiene números contundentes.
Sobre 300 millones de habitantes:

hay 32 millones de pobres;
una de las primeras medidas de Obama fue la cobertura de salud a 4 millones de niños que no la tenían; igualmente: 46 millones de personas carecen de seguro médico
el 2,5% de la población es carcelaria;
1 de cada 8 habitantes se alimenta con vales de comida; 1 de cada 5 el año pasado (2009) tuvo problemas para llegar a fin de mes;
en el hogar de 15 millones de personas se debe más de lo que se gana mensualmente;
el 60% del gasto federal va a las guerras; 680 mil millones de dólares será el gasto del Pentágono en 2010, lo cual supone un total final cercano a 1,2 billones de dólares;

Es el mismo país que no quiere la reforma del sistema de salud porque se afirma que es una intervención del estado en la economía. Es el mismo estado que subsidia con dinero público su producción agrícola y el año pasado invirtió billones de dólares para salvar a la banca que había provocado la crisis financiera de proporciones globales.
 
Esta exclusión es tremenda, porque es fruto de la idea de que todo es competencia, todo es mercado, y el tema es la lucha para estar en el mercado.
Porque no estar en el mercado es estar afuera de todo. De hecho: ¿quién sabe qué le interesa a la gente de las favelas (o villas miserias, como las queramos llamar) por ejemplo, de qué habla, cuáles son sus prioridades?

Los medios

Por otra parte, desde siempre, tanto el poder político como el poder económico han comprendido el rol fundamental que juegan los medios masivos de comunicación. Por eso, desde que éstos han comenzado a ejercer este rol importante, el poder ha tratado de controlarlos, porque es una manera de afianzar el propio dominio.

En este contexto, vemos algunos elementos que nos dan un panorama bastante cabal de la situación de los medios, y por lo tanto de los problemas de la comunicación en un mundo globalizado como el nuestro.

Un primer dato es que el proceso de concentración de la riqueza tiene su correlato en la concentración de los medios en pocas manos.
Un dato: las imágenes que circulan todos los días en los canales de televisión del planeta son controladas por penas tres grandes grupos.
El control sobre los medios es, a su vez, cada vez más profundo.

Creo que se puede decir que ha habido un cambio sustancial a partir del 11 de setiembre de 2001.
El proceso que se ha puesto en marcha a partir de esa fecha es de un coro mediático que insiste en instalar en el mundo la idea de que estamos en guerra, que eso es efecto del choque de civilizaciones, que todos estamos amenazados y que el enemigo en el fondo es el terrorismo preferentemente de matriz islámica.

Si hiciéramos hoy una encuesta ¿cuál sería la sensación de la mayoría de las personas consultadas? Que estamos en un mundo cada vez más conflictivo, con cada vez más guerras, y con cada vez amenazas a la seguridad.


Una realidad distinta

Sin embargo, si hacemos un análisis de lo que está pasando en el mundo sobre todo a partir de la caída del Muro de Berlín no llevamos una gran sorpresa.

Menos conflictos. Desde el fin de la Guerra Fría, se ha registrado una disminución del 60% de los conflictos en el planeta. En 2007, el número de las guerras globales alcanzó el nivel más bajo desde 1950. Y los conflicto armados entre estados han desaparecido desde 2003 con la sola excepción de Iraq.

Las crisis internacionales que a menudo preceden los conflictos se redujeron un 70% entre 1981 y 2004.

La idea de la guerra cómo método para la solución de conflictos, está siendo abandonada cada vez más. En los últimos 15 años las victorias militares han resuelto el 7,5% de los conflictos, mientras que la negociación prevaleció en el 92% de los casos.

Las guerras civiles han disminuido desde los comienzos de los '90, según los criterios para catalogarlas, entre un 40% y un 80%. esa reducción ha seguido hasta épocas más recientes. Las más sangrientas eran 12 en 2002, 8 en 2005 y 2 en 2008.

Pobreza. “Por primera vez en la historia, las regiones más ricas y  y pobladas del mundo han quedado casi completamente libres de conflictos significativos: Europa, las dos Américas, y Asia oriental hospedan el 60% de la población y de la riqueza mundial y son áreas en las cuales la paz interna e internacional se consolida cada día más” [4]

Golpes de Estado. También los golpes de Estado bajaron: 23 en 1963, 10 en 2004, 3 en 2005. El otro dato al respecto es que la mayoría de estos golpes, desde el 2000 en adelante, fracasaron. Sólo 1 de los que se llevaron a cabo en 2005 fue exitoso. En 2007 y 2008 no hubo y en 2009 se dio el de Honduras, que hoy de alguna manera ha regresado al cauce institucional.

Discriminación. Los Estados que practican alguna discriminación, han pasado de ser casi el 65% en 1950 a casi la mitad, el 38 %, en 2005.

Métodos no violentos: las formas no violenta de lucha política ha crecido al punto tal que los grupo violentos, la mayoría en Medio Oriente, constituían el 58% en 1986 y en 2004 eran el 14%.
Un estudio sobre 323 campañas de resistencia civil llevadas a cabo contra gobiernos ya sea autoritarios, ya sea democráticos, indica que entre 1900 y 2006 las estrategias pacíficas han logrado su objetivo el doble de las veces respecto del uso de la violencia: es decir, el 53% de éxitos, contra el 26%.

Terrorismo. Se ha demostrado que en el caso del uso del terrorismo, se han logrado resultados sólo en el 7% de los casos. Es decir, el terrorismo no tiene rédito.

Un documento de 2006, sobre la National Security Strategy, afirma que "luego del 11-S la mayoría de los ataques terroristas se verificaron en países musulmanes”. Y en su gran mayoría las víctimas fueron musulmanes.
Según la Rand Corporation entre el 2004 y el 2007 en todo el mundo hubo 14.401 ataques terroristas que han provocado 27.191 víctimas. Dos tercios de estos ataques se concentraron en 12 países de Medio Oriente y el Golfo Pérsico, y así el 81% de las víctimas. En Europa se verificó el 3,2% de los ataques y en los EEUU el 0,1%.
Según la base de datos de National Counterterrorism Center de los EEUU sobre 15.035 atentados que se verificaron en el mismo período en Medio Oriente y Golfo Pérsico en 330 casos (el 2,2%) el blanco fueron personas occidentales provocando 1.447 víctimas sobre un total de 37.404. Lo que no aclara este documento es gran parte de esos occidentales eran soldados en servicio de los ejércitos de ocupación aliados en Iraq y Afganistán.

Son hechos graves, sin duda, pero estas informaciones nos llevan a sacar una conclusión distinta: el terrorismo se debe en gran medida a problemas internos en el mundo islámico más que a la lógica de un choque internacional con perfil anti-Occidente o anti-EEUU.
Tanto es así que las estadísticas sobre las víctimas de Estados Unidos que redactaba el Departamento de Estado desde 1991... han desaparecido. Porque ¿cómo se podría demostrar que estamos involucrados en una Tercera Guerra Mundial o en un inevitable choque de civilizaciones si resultara que en total entre 2006 y 2007 los civiles estadounidenses víctimas del terrorismo fueron 3 y en 2008 no hubo?;

En los años anteriores se mantuvieron sobre números pequeños, con la excepción del 2001.

Democracia. Los países democráticos  eran 69 antes de la caída del Muro de Berlín, hoy son casi el doble: 119[5].
Podemos evitar de relacionar el aumento de los países democráticos con la reducción de los conflictos? En los países democráticos surge espontáneamente el rechazo a la guerra como método para afrontar conflictos.

Criminalidad. Antes de brindar algunos datos, es importante aclarar que tenemos que considerar estas estadísticas no a la luz de algunos lugares con serios problemas de seguridad. Son estadísticas generales que marcan una tendencia, sin por ello negar algunos problemas más localizados (Sao Paulo, Río de Janeiro, Buenos Aires, Caracas...)

Los datos dicen que los índices de criminalidad y en especial de los crímenes más violentos han bajado a lo largo de la década de los '90 en todo el mundo. Y eso continuó en el nuevo siglo, a partir del 2000 pese a que tanto en Europa como en los Estados Unidos se ha instalado la idea de una mayor inseguridad.
En los EE.UU. Los homicidios entre 1991 y 2001 han bajado el 43%; según el FBI los delitos violentos y contra la propiedad se redujeron el 34% y el 29% respectivamente.

Pese a los pronósticos que en los '90 predecían el crecimiento de la criminalidad, estas previsiones no se han verificado. También en Canadá y Europa los delitos se han reducido.
En Italia, el país de la mafias más poderosas, respecto de 1991, los homicidios bajaron  en 2001 a la mitad y en 2006 eran la tercera parte.
En la Unión Europea los actos criminales se reducen un 30% a los largo de los '90 y en algunos países miembros el 40%.

Criminalidad e inmigración. Para derrumbar un mito en materia de seguridad: no es cierto que la inmigración de extranjeros supone un aumento de la criminalidad, sino que es exactamente lo contrario: los índices han bajado en Europa y EEUU aun frente al aumento de la inmigración.

Los expertos ya habían notado que en los EEUU en localidades con presencia de inmigrantes como El Paso, San Diego y Miami, había una reducción del delito.
El criminólogo Andrew Kerman lo consigna en su libro “El misterio de los homicidios en New York”, donde constata que en las zonas de la gran ciudad con gran presencia de inmigrantes existe respeto por la legalidad. Otro estudio lo explica debido a que muchos inmigrante provienen de regiones menos violentas, donde la gente es menos  propensa a violar la ley[6].
En la UE encontramos datos muy similares: entre 1995 y 2003 los extranjeros pasaron de menos de 700 mil a 2 millones, con una disminución que varía entre el 20 y el 50%.
En Italia la población extranjera creció el 130% entre 1995 y 2003 con una reducción de los homicidios del 28%. En Alemania en el mismo período crece poco el número de inmigrantes, pero los homicidios bajan el 46%. En el caso de delitos como el robo de autos, los hurtos, se reducen en modo notorio. Incluso las organizaciones mafiosas tienen una tendencia a evitar los delitos más violentos. En los Balcanes bajaron el 80%.

Economía. Asistimos a las crisis económicas, y hoy tenemos una pésima idea de la economía, pero nos olvidamos que los pasos en este sentido han sido grande. En China los pobres han pasado en veinte años de 660 millones a 130, en la India han disminuido de otros 100 millones.
 Se dice que todo lo controla el mercado y que sólo existe la economía salvaje, pero mientras tanto el conjunto de la economía social (o solidaria) en el mundo suma un Producto Bruto Interno igual al de Reino Unido. Es decir, la economía social podría ser miembro del G8.
Y lo digo en Porto Alegre, que es conocida por la experiencia del Presupuesto Participativo.


El mundo según los medios

En cambio, si seguimos lo que dicen los medios la idea e exactamente al revés: estamos bajo amenaza de ataques terroristas, más aún: hemos emprendido una “guerra” contra el terrorismo internacional.
Por otro lado, hay muchas cosas que no convencen de este discurso que pretende instalar la idea de la amenaza permanente de conflictos. Y una de las razones la dan algunos datos concretos:
Sin embargo, los dos principales conflictos en este momento, el de Afganistán y el de Iraq han sido motivados por otras razones. Se trata de dos guerras injustas y que a medida que pasa el tiempo pierden todo tipo de justificación.
En Iraq no se han encontrado armas de destrucción masiva, no había ningún vínculo entre Saddam Hussein y Al Qaeda. En Afganistán el régimen taliban que hospedaba a Osama Bin Laden ha regresado y sigue controlando gran parte del país. Bin Laden no ha sido encontrado, no ha sido estabilizado el país, ¿cuál es la razón de la presencia de los soldados aliados en ese país?
Es tan fuerte la idea que se ha instalado que los medios han aceptado como verdades informaciones claramente manipuladas. El New York Times necesitó dos años para admitir públicamente y pedir disculpas por no haber presentado una idea diferente a la de que era justificado invadir Iraq.
Los medios se encuentran en grandes dificultades para presentar la realidad de otro modo, motivo por el cual en algunos casos directamente fingen no ver:

Un ejemplo: durante una entrevista a Benazir Bhutto en el canal Al jazeera, el 2.11.07, en el programa de David Frost en inglés esta líder política en un momento dado declara que Osama Bin Laden ha sido asesinado!! Pueden buscar el you tube el video y verlo. El video ha sido visionado por casi 2 millones de personas. Según Bhutto el asesino es Omar Sheikh, alias Mustafa Muhammad Ahmad, el mismo hombre que en 2001, unos días antes del 11-S entregó a Mohammed Atta, el jefe de los atentadores una maleta con 100 mil U$ y que según la encuesta oficial del Congreso, estaba en Washington durante el ataque al Pentágono.
Curiosamente, el periodista no tiene nada para comentar, no le repregunta. El caso es asombroso: ¿Osama Bin Laden no era el enemigo público número uno en esta guerra contra el terrorismo? ¿Quién no hubiera preguntado a la Sra. Bhutto: si estaba segura, de dónde provenía la información. Nada silencio total, la afirmación pasa como si nada.
Y lo curioso es que en todo el planeta improvisamente los directores de las cadenas de tv y de diarios, simultáneamente durante al menos dos meses llegaron a la determinación de no interesarse por esa noticia, ni siquiera para buscar un desmentido…
Obviamente, no hay una mente que se dedica a digitar qué poner o no poner en los informativos o en los diarios (aunque presiones hay). Pero es sintomática la autocensura que impide discutir o aunque sea desmentir una noticia como ésta.

Los ejemplos pueden ser muchos más. En mayo de 2007, la prensa europea soslayó la declaración del presidente ruso Putin de avanzar en el uso del rublo para la comercialización del petróleo en su propia área de influencia comercial, en lugar del dólar. La declaración es importante, porque cada vez más países piensan dejar el dólar.

¿Qué pasaría si a nivel mundial el dólar dejara de ser la moneda internacional? La Reserva Federal de los EEUU ha dejado de publicar el índice M3 sobre la cantidad de moneda circulante (hablo de dólares) un indicador importante. La noticia cuesta encontrarla en la web[7]


Mundos distintos

Resumiendo: en un mundo que avanza rápidamente por la carretera de la globalización, que se descubre cada vez más complejo, que vive un proceso que tiende a rechazar todo tipo de regulación, nos olvidamos que hay un problema y es directamente que lo que se pretende transformar en una aldea global son mundos distintos, en los cuales hay profundas diferencias culturales y sociales.

Este es a mí entender uno de los problemas principales: somos mundos distintos, por eso hablamos de Primer Mundo y Tercer Mundo, o países desarrollados y países en desarrollo. Pero esta diferencia hace que hasta nuestros lenguajes sean muy distintos, cuando hablamos, cuando entramos en diálogo, nuestras categorías no son las mismas. O, al menos, necesitamos aclararlas.

Al respecto el intelectual palestino Edward Said ha hablado a fondo sobre la necesidad de aclarar expresiones como “democracia” en el diálogo con países islámicos, precisamente porque estas palabras tienes significados distintos en culturas tan distintas entre sí. 

Durante el sitios de Sarajevo, un director de un diario de esa ciudad le reprochaba al enviado del diario francés Le Monde que dejara de hablar del “ejército musulmán” y dijera “ejército bosnio” porque la población de Bosnia abarca a ciudadanos no sólo islámicos. El enviado de Le Monde le respondió que sus jefes le impusieron eso, le decían: “pon ejército musulmán, si no la gente no entiende!!!”.

Otro ejemplo de estos desencuentros conceptuales  se verifica al hablar de tratados de libre comercio. En el imaginario colectivo se instala la idea de una igualdad, de cierta homogeneidad entre los socios comerciales. Y los medios contribuyen por lo general a confirmar esta visión. He visto países muy chicos celebrar como un gran logro tales acuerdos. Sin embargo, luego descubrimos que esta igualdad no existe, porque no es lo mismo producir y tener un sistema de transporte vial o ferroviario para que la mercadería acceda a los puertos y aeropuertos y no tener esta infraestructura. Nos es lo mismo un tratado de libre comercio entre Noruega y Portugal, y entre Canadá y Costa Rica.
Se estima en 22 días el promedio de tiempo necesario en América Latina para realizar una exportación. En Europa el promedio es entre 3 y 5 días. Dos países que comercian desde estas diferencias no están en condicionen de igualdad. No poseen la misma estructura educativa, por ejemplo, o de salud, de garantías laborales, etc.

Las diferencias pueden ser a nivel de categorías políticas. Por lo tanto, ciertos fenómenos parecidos son interpretados de diferentes modos.

Ejemplo: el tratamiento que en Europa se están dando a ciertos fenómenos políticos que se viven en Sudamérica. La gran parte de los medios ha visto la llegada al poder de los presidentes de Venezuela y de Bolivia como la propagación de líderes populistas y nacionalistas. En su momento, el mismo presidente Lula fue presentado así.
Que existan estos tipos de riesgos en nuestros países no es una novedad. Y que la gestión del presidente Chávez supone problemas en términos de democracia es un hecho. Pero, por otra parte, sabemos que hay una estrategia política de Brasil y Argentina que en este tiempo ha apuntado a evitar el aislamiento de Venezuela, que sin duda sería mucho peor situación. Ante eso es preferible tratar de incluir este país en el Mercosur, tal como se está haciendo. Y más allá de la necesidad de que Sudamérica se constituya como un bloque político fuerte.
Por otra parte, está claro que Europa en este momento hace lo mismo con Turquía. Y no es que los problemas de democracia en Turquía sean menos graves que en Venezuela. El gobierno turco afronta la cuestión de los Kurdos, que ha provocado más de 30 mil muertos en estos años; Turquía es una zona de tránsito de la droga, un negocio de 30 mil millones de dólares al año en gran parte controlado por las fuerzas armadas...


¿Qué información necesitamos?

En este contexto se agrega otro factor más: la información tiende cada vez más a ser en tiempo real. El rápido desarrollo de la vida cotidiana hace que los medios estén en una constante carrera para ser los primeros en llegar.
Pero preguntémonos por un momento: ¿de verdad necesitamos información en tiempo real? Porque una cosa es que está llegando un huracán y hace falta informar momento a momento, como en cualquier otro caso de emergencia o de un evento importante; o la necesidad de informar sobre el Estado del tránsito, etc. Reitero: ¿de verdad necesitamos toda la información en tiempo real? ¿O no será más importante tener el tiempo de comprender, tener la capacidad de penetrar la información, para comprender lo que acontece, utilizar más tiempo para la reflexión, el análisis. Porque seguir el ritmo que pretende imponernos nuestra sociedad supone mayores problemas para la comprensión de la realidad.
He hecho la prueba de seguir durante varias horas un canal de noticias, y el espacio para comprender los hechos es mínimo.

El silencio. Una componente de la comunicación que es el silencio. La comunicación nace paradojalmente del silencio para que luego la palabra pueda ser a su vez luz. ¿Qué es este silencio? Significa presentarse ante los hecho a relatar sin esquemas, sin prejuicios, sin visiones estereotipadas... es definitiva: sin saber.
Muchas veces los grandes problemas de la comunicación nacen en comunicadores que ya lo saben todo, que ya lo han visto todo: que no logran ver en esa noticia una novedad
Y la novedad siempre es el ser humano: cada vez que las personas protagonizan un hecho, siempre hay algo nuevo. Hay que descubrirlo.
Este silencio es entonces necesario para penetrar en las vicisitudes humanas y desde allí tratar de comprenderlas, penetrarlas.

Comunicadores puentes
Los comunicadores de alguna manera somos puentes entre mundos, entre ámbitos locales y regionales, o globales; entre sectores de la sociedad, entre comunidades políticas, religiosas, entre diferentes generaciones, entre diferentes culturas.
Afirmaba el director del diario italiano Corriere della Sera, Paolo Mieli, en un diálogo con el cardenal de Milán Dionigi Tettamanzi, estimulado por el purpurado sobre la necesidad de que el periodismo considere el valor del “silencio”, que efectivamente el gran tema de hoy es la comprensión de un acontecimiento y no el hecho de ser los primeros en informar.
El gran problema de la información hoy es vincular los hechos entre sí, superar la fragmentación para comprender la realidad desde una visión mucho más plena.
Somos puentes, somos canales de comunicación entre mundos que no se conocen o que creen conocerse entre sí. Es un gran servicio el que podemos brindar, cada uno allí donde está, yendo siempre a fondo, siendo profesionalmente riguroso.
Y siendo conscientes de que vivimos en sociedades en las cuales la desigualdad es una condición muy presente, en este sentido tenemos el deber de dar prioridad a quienes tienen menos acceso a la palabra, a los medios de comunicación.

Valorar lo positivo
Como hemos visto, con el afán de presentar la “realidad” cruda, se corre el riesgo de presentar un aspecto parcial de ésta. Sólo presentar lo negativo significa presentar una imagen falseada e incompleta. Y frecuentemente se corre el riesgo de olvidar que la gran parte de la población que supuestamente “no es noticia”, trabaja duramente tratando de ser honesta, no es corrupta, no es violenta y no discrimina...
Presentar una comunidad sólo desde el punto de vista de lo que provoca curiosidad, con un criterios sensacionalista, significa renunciar a la tarea de brindar un servicio, porque la  información es un servicio.
Diría más: nuestra mirada debería siempre tratar de valorar el bosque que crece más que los árboles que caen.


¿Que hacer?

Obviamente, la primera pregunta que nos planteamos es qué podemos hacer nosotros y cada uno de los presentes frente a este panorama.
Creo que hay algunas cosas que se pueden hacer por un lado aquellos que somos comunicadores. Y creo que tenemos que permanentemente rever nuestra tarea profesional.
Sobre todo, si en nuestro trabajo cotidiano logramos centralizar la persona humana,
eso que les decía antes: ser puentes de una comunicación que nace del silencio, que es capaz de leer lo positivo que acontece no es otra cosa que trabajar poniendo a las personas al centro de nuestra actividad.
Y eso tiene como efecto de alimentar la dimensión dialógica de la comunicación, y de fomentar lazos de reciprocidad, de brindar herramientas de conocimiento para que los usuarios de los medios sean ciudadanos.
Un medio de comunicación, un comunicador es un canal, como los canales por donde pasa el agua, su objetivo es la relación entre los destinatarios de su mensaje; por lo tanto no es suficiente que haya un esfuerzo de comunicación, este proceso debe tener reciprocidad, tiene que tener un retorno, tiene que responder también a una comunidad que interactua con ese medio.  No es casual que hoy muchos medios buscan eso

Es decir, esta cultura de la solidaridad creo que se puede construir si comenzamos cambiando estas pautas, allí donde trabajamos.
Pero si no todos trabajamos en los medios, todos utilizamos los medios de comunicación.
Y aquí una primera constatación: es cierto que los árboles caen, y que hacen ruido, pero también es cierto que el bosque sigue creciendo.
Sin duda, tenemos por delante un gran desafío, porque la globalización plantea grandes problemáticas. Mi intención no fue aquí la de pintar un mundo color rosa... Sabemos que no es así. No me pude detener a enumerar todas las problemáticas de la globalización porque no era éste el objetivo de esta charla.
Pero volvería sobre este dato importante del aumento de los países democráticos, y en muchos lugares de las mejoras de la calidad democrática. Eso por lo general va acompañado también por el crecimiento de la sociedad civil, y por las redes que se forman alrededor de estas organizaciones sociales.
La sociedad civil ha sido casi siempre una herramienta esencial para la mejora de la calidad de la democracia y para mejorar la calidad de los medios de comunicación.
Esencialmente, la globalización es la trama de relaciones en lo local, como sostiene la socióloga brasileña Vera Araujo [8].
Las redes de organizaciones son nuestra principal fuerza y es la principal debilidad del imperio globalizado. En efecto, hoy como nunca es muy difícil ocultar algo, controlar completamente una sociedad la información.
Por lo tanto plantear el punto de vista de la sociedad civil, refutar ciertas ideas preconcebidas, proponer otros puntos de vista, otra cultura globalizada pero sobre la base de la solidaridad entre los pueblos.
Eso supone que la sociedad civil disponga de “intelectuales” orgánicos, en el sentido más amplio del término, es decir, formadores de opinión, que pueden ser docentes, comunicadores, etc. y que ayuden a dar difusión y alcanzar una masa crítica en la opinión pública sobre estos temas.
Intelectuales que puedan intervenir en los debates y plantear cambios a los medios de comunicación: o que puedan ayudar crear organizaciones que sean interlocutores de los medios.
La cuestión es que la globalización hasta ahora ha rechazado la idea de responder a reglas éticas. Y hoy el gran desafío es procurar esas reglas de las que carece. Y  hoy este rol lo debe cumplir la sociedad civil.
La sociedad civil está llamada a apropiarse – como se decía en la inauguración del Mutirao- de los procesos de comunicación para instalar una cultura de la solidaridad. 
En este sentido, la Iglesia puede ofrecer un método de trabajo.
El mero hecho de que ella parte del amor al hombre, a todo el hombre y a todos los hombres la predispone al diálogo con el mundo contemporáneo, y le permite trabajar en modo más inclusivo. Le permite no ver enemigos entre los que piensan diferentes, sino posibles candidatos a trabajar por el bien común, por esta cultura de la solidaridad, es decir, a trabajar para una cultura de la fraternidad.
Creo que la Iglesia tiene una gran chance de ser no sólo propositiva ante la sociedad civil, sino de ayudar a tender puentes de diálogo entre todas las componentes sociales.
Se trata de instalar un diálogo constructivo, que debe apuntar a lo que nos une más que a lo que nos divide. Por la cuestión no es demonizar a los demás, sino hacer el bien.

Es una lástima que a veces desde la sociedad civil se reacciona con métodos violentos. Creo que allí la Iglesia siendo parte de estos procesos puede ayudar a superar estos problemas, ofreciéndose con ámbito, espacio de diálogo, casa de comunión.
Por eso es importante participar de las redes de la sociedad civil que tienen que intervenir en estas cuestiones y sobre todo en el esfuerzo de dar a la globalización esas reglas éticas que no tiene.

A veces frente a estos desafíos percibo en la gente cierto temor, cierto miedo, porque todos sentimos que somos impotentes, que no es fácil, que nos enfrentamos a grandes poderes, como los grandes grupos mediáticos.
Pero creo que este temor es una tentación quizás porque pensamos que cambios de este tipo son más fáciles desde el poder, teniendo en nuestras manos un poder de decisión.
No creo que sea así. Los cambios culturales se hacen desde abajo, no desde el poder, precisamente porque hay cosas que no se pueden decretar, que se dan desde un cambio profundo que acontece en cada uno y que se transforma en un modo de vivir, en un modo de ser, es decir, en una cultura. Es cuando este cambio alcanza una masa crítica que más fácilmente se transforma en categorías de pensamiento, y puede penetrar en las estructuras organizativas de la sociedad.
Ningún verdadero cambio se ha dado en la historia de otro modo.

Las pequeñas cosas. Cuando cayó el Muro de Berlín alguien escribió un graffiti, que reproducía un proverbio africano que dice lo siguiente: Mucha pequeña gente, que en muchos pequeños lugares hace muchas pequeñas cosas, puede cambiar el mundo”.
Se trata pues de aplicar lo que algunos llaman las profecías autorrealizadas. Cuando alguien o un grupo o una sociedad está convencida de que todo irá mal, efectivamente esto se realiza. Tenemos que provocar la autorrealización de la profecía de que el mundo va hacia esta cultura de la solidariedad, de la fraternidad, saber que podemos ser constructores de esto y mantener la mirada fija en este objetivo final.


Alberto Barlocci, Buenos Aires, febrero de 2010.


[1]              Cfr. Zygmunt Bauman, La globalización, consecuencias humanas. Buenos Aires, 1999.
[2]              Cfr. Raúl Sohr, Las guerras que nos esperan, Santiago de Chile, 2000, pp. 39-40.  La opinión pública mundial justificó la intervención de la OTAN contra Serbia conmovida ante las masacres de kosovares a manos de las fuerzas serbias. Se hablaba de unos 10.000 muertos. Sin embargo, el autor refiere que los equipos del FBI enviados expresamente para investigar los crímenes de guerra cometidos por las fuerzas serbias, seis meses después del conflicto, no pudieron ubicar sino algunas fosas comunes, sumando cientos de víctimas pero no miles. Por otra parte, se supo después que también los mismos kosovares llevaron a cabo tareas de limpieza étnica contra la minoría serbia. Y que la decisión de intervenir en Kosovo fuera tomada anteriormente fue confirmada por dos artículos al diario italiano Corriere della Sera, uno firmada por el ex presidente de Italia Francesco Consiga, en junio de 2001, y otro firmado por Máximo d’Alema, jefe del gobierno italiano en 1998. Ambos confirman que en realidad ya desde el otoño de 1998 la OTAN había dado al comando general la “activation order” de un bombardeo a Serbia en fecha a definir. En este sentido, también las negociaciones realizadas en Rambouillet en febrero de 1999, son parte del juego mediático destinado a presentar como necesaria la intervención militar. 
[3]              Cfr. Joseph Stiglitz, El malestar en la globalización, Buenos Aires, 2001, p. 16. El autor se refiere más bien a las recetas económicas del Fondo Monetario Internacional, institución que ha sido considerada como gran difusora de las posturas neoliberales. 
[4]              Pino Arlacchi, L'inganno e la paura,p.30, Milano, 2009. De esta obra he extraído los datos respecto de la disminución de conflictos, del terrorismo y de la criminalidad.
[5]              Loretta Napoleoni, Economía canalla, Paídós, Buenos Aires, 2009, p. 15. El dato coincide sustancialmente con el que reporta Pino Arlacchi en L'inganno e la paura.
[6]          Robert Sampson, Depto. de Sociología Universidad de Harward, citado por P. Arlacchi, op. cit. p. 135
[7]              Cfr. Alberto Barlocci, Dólares y petróleo, Ciudad Nueva nro. 469, agosto de 2006.
[8]              Cfr. Alberto Barlocci, De revoluciones y revolucionarios, Ciudad Nueva, Buenos Aires, nro. 485, enero 2008, p.13, entrevista a la socióloga Vera Araujo.